El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

abril 05, 2012

Un elefante fosforescente


Amado Boudou no es santo particular de mi devoción ni demonio de mi desprecio. No tengo por qué ofrecerle mi confianza o desconfianza ética a priori. Más allá de reconocer que su gestión como ministro de economía durante el primer gobierno de Cristina Kirchner tuvo sus aciertos. Su propia defensa en este asunto me pareció –también la de hoy- siempre torpe, descontrolada y desequilibrada. No ha sido capaz de explicar claramente si tuvo o no tuvo algo que ver con Vanderbroele o con los amigos de Vanderbroele o con los amigos de los amigos de Vanderbroele, o con los negocios de Vanderbroele. Tampoco fue eficaz explicando sus intervenciones por Ciccone, deberíar dar argumentos más contundentes. Pero esto no lo vuelve culpable, en todo caso apenas sospechoso. Pero al mismo tiempo no ver los enormes ribetes grotescos de la opereta montada por Clarín es ser voluntariamente ciego. Términos como tergiversación, manipulación, desviación, son aplicables a su forma de presentar las “noticias” relacionadas con el caso. Sofismas y falacias unas tras otras que se desnudan ante la mínima mirada seria y son un insulto a la inteligencia de los observadores.

La falaz cadena del absurdo se plantea en una extraña sucesión de pseudo-silogismos. Se supone que quieren probar que Boudou favoreció a Vanderbroele ilegalmente haciendo uso de su poder de funcionario porque es su amigo y su testaferro y la empresa Ciccone es suya. Pero para la lógica-Clarín todo se reduce a probar que existió alguna relación humana entre Vanderbroele y Boudou. Si se prueba, por ejemplo imaginario, que tomaron un helado juntos el 30 de marzo de 1999 entonces se da por probado –según el singular método deductivo- el delito de tráfico de influencias y la propiedad de Ciccone. Este manejo de meros indicios aproximativos que a lo sumo establecen una posibilidad, manipulados para que parezcan verdades documentalmente probadas, cualquier estudiante de abogacía podría refutarlos y declarar su total inconsistencia como prueba en cualquier juicio. El detalle de las expensas es otra bofetada a la lógica, porque el que paga las expensas de un departamento alquilado es el inquilino, entonces si Vanderbroele las pagó, se las pagó para hacerle un favor a su socio Carosso Donatiello que era el inquilino y vivía en España, y no a Boudou.

Y existe otra pata que muestra flagrantemente la hilacha de la operación. ¿Cómo pudo trascender del detalle de las expensas casi en el mismo momento de realizarse el allanamiento como para salir en títulos tipo catástrofe en la web de Clarín y Nación? ¿Como nadie parece darse cuenta de lo incongruente e inverosímil de esta situación? ¿Se violó el secreto de sumario así de una?. Este hecho descalifica –o califica- todo el asunto. Es tan obvia y alevosa la facha burda de la operación que no resiste ningún análisis mínimamente equilibrado.. En cualquier procedimiento judicial de intervención en un domicilio que consiste en recoger documentos, papeles, mails, recibos, se requiere una etapa de captación de los elementos y su guardado ante testigos, y luego un minucioso análisis que se hace en gabinete. ¿Cómo fue que esos recibos de expensas fueron analizados “en tiempo real” y se “filtró” su contenido a la prensa con lujo de detalles? ¿Quién los analizó al punto de poder revelar tales conclusiones? ¿Los empleados encargados de tomar las pruebas y guardarlas? ¿El juez instaló una sesión de análisis documental itinerante? Es como si allanan una casa donde hubo un homicidio, recogen una muestra de sangre y al instante se está informando que “la sangre era del tipo A negativo”.

Repudio la ceguera de los que compran lo que les vende Clarín sin el menor juicio crítico que les permita ver el elefante fosforescente de semejante operación que tienen enfrente. Y aclaro que repudio a los fanáticos acérrimos que no quieren al menos aceptar la posibilidad de que Boudou haya cometido un ilícito; quizá lo cometió, quizá no, en todo caso deberá probarse como se debe.

No hay comentarios.: