El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

septiembre 21, 2011

El lado oscuro del socialismo


Dorox tosió como una forma de acomodarse a la distancia respecto del siempre intimidante Progressor, su acompañante en aquella mesita de una confitería de Palermo Soho. Tenía una gran habilidad para distinguir cuando era el preciso momento de no incomodar a su interlocutor con planteos de difícil acceso, cuando se imponía obrar verbalmente con serena generalidad y ofrecer un atenuante respecto de ese insoportable desequilibrio conceptual que adquiere la realidad en algunos instantes. Eligió entonces el camino de la sentencia totalizadora, de holgada calzadura y sospechosa de lugar común.


—Sabés una cosa, a pesar de todo yo creo que el mundo marcha hacia el socialismo…


—Ojalá así sea —respondió rápido Progressor dando evidencia de cierta satisfacción con el tenor elegido para el intercambio—. Cuando más cansados estemos de esperarlo, y cuanto menos lo creamos probable, llegará la hora en la que se cumplan los profundos sueños de cambio —prosiguió sacando casi de la galera una bocanada de inspiración sentenciante—, que esta larga noche oscura del capitalismo ceda por fin su lugar a una sociedad más justa donde todos podamos gozar de los beneficios de la vida por igual y a todos nos den los que nos corresponde, y que bajo el rostro del socialismo por fin por fin arribe la era del infinito goce…


—No boludo, con el socialismo tenés que laburar también…—concluyó Dorox creando la interrupción justa para ante la llegada del mozo hacer el pedido de los dos cafés.


(Fragmento de “Dorox, el impreciso” una novela siempre desescrita en el primer capítulo...)


4 comentarios:

Udi dijo...

Ahhh, ahí no lo acompaño, yo soy socialista laforgueano.

Tino Hargén dijo...

Se refiere usted a Jules Laforgue?

Udi dijo...

Perdón, lafarguiano.
La pereza, más que un derecho es un mandamiento !

Tino Hargén dijo...

Ahhh, ahora si....! Bueno, comparto la exaltación del ocio. Si por algo el socialismo no triunfó sobre el capitalismo fue porque incluía también el trabajo. La única revolución que realmente sería capaz de motivar a la gente es la de estar al pedo, la de la vivir en joda permanente, y sería la única verdadera revolución, ya que contra lo que nos enfrentamos es contra la tiranía de trabajo!!

PD. igual bien que me hizo acordar de Jules Laforgue que es un poeta de la pucha madre!!!!!