El cablegate
Primero y principal no es mi intención minimizar lo sucedido en torno al material secreto del Departamento de Estado de los Estados Unidos dado a conocimiento público a través de un envío consensuado entre el sitio Wikileaks y cinco gigantes del periodismo mundial - The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y El País-. Su trascendencia es mucha. Descúbrase luego la intención estratégica o el origen que sea a la filtración masiva, siempre es bueno que los ciudadanos rasos nos enteremos de lo que los que manejan asuntos cruciales para el desenvolvimiento de nuestras vidas quieren mantener oculto. Pero lo que considero esencial es expresar muchas reservas respecto tanto del origen y fin del asunto como se todas las interpretaciones y reacciones que ha suscitado el episodio, que pueden llevarnos demasiado apresuradamente a la sensación de un logro revolucionario.
En primer lugar no comprendo tanta sensación de sorpresa escandalizada frente a revelaciones que no hacen más que ofrecer un testimonio de lo que era obvio. Confirmar que Estados Unidos espía a todo el mundo es como confirmar que los reyes magos son los padres. Una de las premisas fundamentales del occidente político ha sido siempre que la verdad es algo demasiado peligroso para andar mostrándosela al público. La diplomacia internacional es por esencia admitir la existencia de una versión pública falsa de la realidad y otra secreta y verdadera. Se supone que la versión pública, admitida como falaz, está destinada a suavizar de tal modo las cosas de manera de evitar conflictos, pero de ninguna manera supone la supresión de las especulaciones y operaciones reales que no tienen este prurito. La realidad de entrecasa es la que muestran los cables; los platos rotos, las prevenciones, las desconfianzas, los cálculos estratégicos más salvajes, las paranoias más alevosas. Se ha creído que es útil guardar de cara a los vecinos una vestimenta social siempre lo amigable que sea posible, una fachada de cordialidad y buenas relaciones ante todo que evite irritar espíritus. Pero lo que no debe sorprender es que en la intimidad de la primera superpotencia imperial del mundo se hable en otro tono y se viertan evaluaciones y opiniones duras o antipáticas.
Es necesario diferenciar dos niveles básicos de cables: los que contienen la transmisión de una información recogida en alguna parte, sin mayor precisión de origen, prueba o fuente, y los que expresan opiniones de los funcionarios diplomáticos estadounidenses. En la primera categoría se manifiestan daos de todo tipo como por ejemplo “los espías cubanos tienen acceso libre a Chávez”. En la segunda categoría encontramos comentarios que muestran el pensamiento político y una evaluación personal del funcionario, como el caso de los dichos de la embajadora en Argentina Vilma Martínez sobre el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri "La reunión sirvió para recordarnos su brusquedad, su maniquea visión del mundo y su incomodidad con las sutilezas de las comunicaciones interpersonales. Cortó la reunión abruptamente a los 20 minutos".
A lo mejor suponíamos que especialmente la tarea informativa se encargaba a ultra secretos funcionarios de “inteligencia” que se movían con el amparo de las representaciones diplomáticas formales pero en un plano de oscuridad, y no que fuera realizada abiertamente por los miembros titulares. También quizá pensábamos que las comunicaciones se realizaban por algún método más seguro, intermediado o cifrado, y no cables directos redactados sin claves. Pero lo revelado indica por un lado lo rutinario y natural que realizar este tipo de misiones era para los que los hacían.
Uno de los aspectos de la manipulación que ya está siendo llevada a cabo por los medios es como se presentan las revelaciones en relación a los intereses que afectan en cada país, y a su propio posicionamiento político. Así es que se ha visto un vertiginoso juego de puja retórica para extraerle a cada cable un poco de agua para el propio molino ideológico. En los casos donde se necesita crear la sensación de que el cable alude a una verdad inconfesable para el político local acosado se usa indiscriminadamente la calificación de “documentos secretos“ para dar visos de fundamentación documental a contenidos que la mayoría de los veces son meros rumores u opiniones que arriesgan los informantes sin respaldo de pruebas documentales algunas o sin que se aclaren si cuentan con ese respaldo o cuales han sido las fuentes. Llamar “documento secreto” a un cable del tipo de los expuestos es tramposo en ese sentido, porque se usa para dar cierta la información vertida en él y solo se trata de “documentos” en tanto eran cables reservados enviados desde las embajadas al Departamento de Estado que contenían comentarios de diversa índole. Que el informante de la embajada yanqui en Bolivia enunciara que “Evo Morales tiene un tumor” sin ofrecer datos fidedignos de la fuente de donde obtuvo tal dato y menos pruebas documentales que lo acrediten como cierto no deja de ser más que un rumor. El sistema de búsqueda de información funcionaba como mero chusmerío sin ninguna garantía de rigor que hiciera pensar con algún fundamento en cierta confiabilidad. El caso del supuesto trastorno bipolar de Cristina Kirchner es irrisorio porque en ¡2006 fue tapa de la revista Noticias! ¡Ese era el nivel de “información secreta” que relevaban los empleados de la embajada yanqui en Buenos Aires, algo que se podía leer en todos los kioscos! Quizá falto de material y cansado de andar averiguando este diplomático optó por leer las revistas y mandar lo allí salía como gran primicia. Dar por cierto todo lo que se dice en esos informes es una de ingenuidad banal o bien oculta una intención política ya que la confiabilidad de los mismos se desmiente tan solo con comprobar la enorme cantidad de erratas cometidas en la apreciación y los datos de hechos históricos que luego sucedieron, como cuando se ignoraba a Ratzinger como candidato papable en 2005 o el presidente español Rodríguez Zapatero era evaluado como un “izquierdista trasnochado”. Eso muestra el nivel de torpeza, superficialidad, arbitrariedad, prejuicio y falta de rigor con que se movían estos informantes.
Por lo tanto tenemos por un lado informaciones de dudosa veracidad, y por el otro opiniones políticas que reflejan el particular punto de vista del funcionario por cierto bien cargado en la mayoría de los casos de recelos y paranoias, inscriptos en una filosofía que encaja perfectamente con las constantes orientadoras de la política exterior estadounidense más allá de las diferencias entre republicanos y demócratas.
Luego, qué resortes se mueven detrás del sitio Wikileaks y la figura de su líder Julian Assange es un interrogante que todavía no permite esbozar más que conjeturas nebulosas. El hecho de haber elegido a cinco diarios influyentes del mundo marca un hecho muy significativo en tanto se instala un nivel de mediatización tradicional en el manejo de las revelaciones que corta el esquema puro típico del movimiento de la red que se traduce en la relación directa entre cualquier lector del mundo y los documentos a través del acceso sin filtros a una simple página web. Es llamativo que sean los 5 diarios considerados más progresistas de sus respectivas democracias liberales. Sin ser diarios de izquierda digamos que representan una postura menos conservadora. La elección puede responder a objetivos diversos y aún antagónicos. Por un lado se podría entender como la búsqueda de complicidad en medios no conservadores que no serían capaces de rechazar el ofrecimiento de cara a ser fieles a sus principios. Pero si fuera por el contrario una operación destinada a proteger intereses ligados al poder económico duro, dirigida estratégicamente, por ejemplo, a debilitar al gobierno de Obama en busca de frenar algunas de sus medidas, la mejor forma de buscar credibilidad sería escoger estos diarios más “liberales” y menos sospechados de conexión conservadora. Pero precisamente lo que deja dudas es que más allá de ser progresistas son empresas ligadas a intereses económicos fuertes.
El periodista español Pascual Serrano plantea con cautela estas prevenciones. Mientras aguardamos las reacciones de los involucrados habrá que seguir de cerca las escenas porque a medida que pasen los días irá creciendo una especie de película de misterio y suspenso que muy lejos está de ser resuelta.
Por último, a los que siempre se preguntaron "de qué trabajan realmente los diplomáticos," con esa fama de holgazanes mundanos que se la pasan en cócteles y eventos, Estados Unidos muestra al menos que estaba a la vanguardia en aquello de mantenerlos bien ocupados.
Primero y principal no es mi intención minimizar lo sucedido en torno al material secreto del Departamento de Estado de los Estados Unidos dado a conocimiento público a través de un envío consensuado entre el sitio Wikileaks y cinco gigantes del periodismo mundial - The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y El País-. Su trascendencia es mucha. Descúbrase luego la intención estratégica o el origen que sea a la filtración masiva, siempre es bueno que los ciudadanos rasos nos enteremos de lo que los que manejan asuntos cruciales para el desenvolvimiento de nuestras vidas quieren mantener oculto. Pero lo que considero esencial es expresar muchas reservas respecto tanto del origen y fin del asunto como se todas las interpretaciones y reacciones que ha suscitado el episodio, que pueden llevarnos demasiado apresuradamente a la sensación de un logro revolucionario.
En primer lugar no comprendo tanta sensación de sorpresa escandalizada frente a revelaciones que no hacen más que ofrecer un testimonio de lo que era obvio. Confirmar que Estados Unidos espía a todo el mundo es como confirmar que los reyes magos son los padres. Una de las premisas fundamentales del occidente político ha sido siempre que la verdad es algo demasiado peligroso para andar mostrándosela al público. La diplomacia internacional es por esencia admitir la existencia de una versión pública falsa de la realidad y otra secreta y verdadera. Se supone que la versión pública, admitida como falaz, está destinada a suavizar de tal modo las cosas de manera de evitar conflictos, pero de ninguna manera supone la supresión de las especulaciones y operaciones reales que no tienen este prurito. La realidad de entrecasa es la que muestran los cables; los platos rotos, las prevenciones, las desconfianzas, los cálculos estratégicos más salvajes, las paranoias más alevosas. Se ha creído que es útil guardar de cara a los vecinos una vestimenta social siempre lo amigable que sea posible, una fachada de cordialidad y buenas relaciones ante todo que evite irritar espíritus. Pero lo que no debe sorprender es que en la intimidad de la primera superpotencia imperial del mundo se hable en otro tono y se viertan evaluaciones y opiniones duras o antipáticas.
Es necesario diferenciar dos niveles básicos de cables: los que contienen la transmisión de una información recogida en alguna parte, sin mayor precisión de origen, prueba o fuente, y los que expresan opiniones de los funcionarios diplomáticos estadounidenses. En la primera categoría se manifiestan daos de todo tipo como por ejemplo “los espías cubanos tienen acceso libre a Chávez”. En la segunda categoría encontramos comentarios que muestran el pensamiento político y una evaluación personal del funcionario, como el caso de los dichos de la embajadora en Argentina Vilma Martínez sobre el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri "La reunión sirvió para recordarnos su brusquedad, su maniquea visión del mundo y su incomodidad con las sutilezas de las comunicaciones interpersonales. Cortó la reunión abruptamente a los 20 minutos".
A lo mejor suponíamos que especialmente la tarea informativa se encargaba a ultra secretos funcionarios de “inteligencia” que se movían con el amparo de las representaciones diplomáticas formales pero en un plano de oscuridad, y no que fuera realizada abiertamente por los miembros titulares. También quizá pensábamos que las comunicaciones se realizaban por algún método más seguro, intermediado o cifrado, y no cables directos redactados sin claves. Pero lo revelado indica por un lado lo rutinario y natural que realizar este tipo de misiones era para los que los hacían.
Uno de los aspectos de la manipulación que ya está siendo llevada a cabo por los medios es como se presentan las revelaciones en relación a los intereses que afectan en cada país, y a su propio posicionamiento político. Así es que se ha visto un vertiginoso juego de puja retórica para extraerle a cada cable un poco de agua para el propio molino ideológico. En los casos donde se necesita crear la sensación de que el cable alude a una verdad inconfesable para el político local acosado se usa indiscriminadamente la calificación de “documentos secretos“ para dar visos de fundamentación documental a contenidos que la mayoría de los veces son meros rumores u opiniones que arriesgan los informantes sin respaldo de pruebas documentales algunas o sin que se aclaren si cuentan con ese respaldo o cuales han sido las fuentes. Llamar “documento secreto” a un cable del tipo de los expuestos es tramposo en ese sentido, porque se usa para dar cierta la información vertida en él y solo se trata de “documentos” en tanto eran cables reservados enviados desde las embajadas al Departamento de Estado que contenían comentarios de diversa índole. Que el informante de la embajada yanqui en Bolivia enunciara que “Evo Morales tiene un tumor” sin ofrecer datos fidedignos de la fuente de donde obtuvo tal dato y menos pruebas documentales que lo acrediten como cierto no deja de ser más que un rumor. El sistema de búsqueda de información funcionaba como mero chusmerío sin ninguna garantía de rigor que hiciera pensar con algún fundamento en cierta confiabilidad. El caso del supuesto trastorno bipolar de Cristina Kirchner es irrisorio porque en ¡2006 fue tapa de la revista Noticias! ¡Ese era el nivel de “información secreta” que relevaban los empleados de la embajada yanqui en Buenos Aires, algo que se podía leer en todos los kioscos! Quizá falto de material y cansado de andar averiguando este diplomático optó por leer las revistas y mandar lo allí salía como gran primicia. Dar por cierto todo lo que se dice en esos informes es una de ingenuidad banal o bien oculta una intención política ya que la confiabilidad de los mismos se desmiente tan solo con comprobar la enorme cantidad de erratas cometidas en la apreciación y los datos de hechos históricos que luego sucedieron, como cuando se ignoraba a Ratzinger como candidato papable en 2005 o el presidente español Rodríguez Zapatero era evaluado como un “izquierdista trasnochado”. Eso muestra el nivel de torpeza, superficialidad, arbitrariedad, prejuicio y falta de rigor con que se movían estos informantes.
Por lo tanto tenemos por un lado informaciones de dudosa veracidad, y por el otro opiniones políticas que reflejan el particular punto de vista del funcionario por cierto bien cargado en la mayoría de los casos de recelos y paranoias, inscriptos en una filosofía que encaja perfectamente con las constantes orientadoras de la política exterior estadounidense más allá de las diferencias entre republicanos y demócratas.
Luego, qué resortes se mueven detrás del sitio Wikileaks y la figura de su líder Julian Assange es un interrogante que todavía no permite esbozar más que conjeturas nebulosas. El hecho de haber elegido a cinco diarios influyentes del mundo marca un hecho muy significativo en tanto se instala un nivel de mediatización tradicional en el manejo de las revelaciones que corta el esquema puro típico del movimiento de la red que se traduce en la relación directa entre cualquier lector del mundo y los documentos a través del acceso sin filtros a una simple página web. Es llamativo que sean los 5 diarios considerados más progresistas de sus respectivas democracias liberales. Sin ser diarios de izquierda digamos que representan una postura menos conservadora. La elección puede responder a objetivos diversos y aún antagónicos. Por un lado se podría entender como la búsqueda de complicidad en medios no conservadores que no serían capaces de rechazar el ofrecimiento de cara a ser fieles a sus principios. Pero si fuera por el contrario una operación destinada a proteger intereses ligados al poder económico duro, dirigida estratégicamente, por ejemplo, a debilitar al gobierno de Obama en busca de frenar algunas de sus medidas, la mejor forma de buscar credibilidad sería escoger estos diarios más “liberales” y menos sospechados de conexión conservadora. Pero precisamente lo que deja dudas es que más allá de ser progresistas son empresas ligadas a intereses económicos fuertes.
El periodista español Pascual Serrano plantea con cautela estas prevenciones. Mientras aguardamos las reacciones de los involucrados habrá que seguir de cerca las escenas porque a medida que pasen los días irá creciendo una especie de película de misterio y suspenso que muy lejos está de ser resuelta.
Por último, a los que siempre se preguntaron "de qué trabajan realmente los diplomáticos," con esa fama de holgazanes mundanos que se la pasan en cócteles y eventos, Estados Unidos muestra al menos que estaba a la vanguardia en aquello de mantenerlos bien ocupados.
2 comentarios:
Hola Julio,
Ningún logro revolucionario compañero. Esto es una operación de filtración con el sello del Mossad a través del magnate de los medios australianos, Rupert Murdoch.
No he visto ningún cable sobre Israel.
Esta filtración genera una desconfianza generalizada y tiende a la desestabilización política internacional (divide y reinarás)
Esta operación también mide la incapacidad real de la sociedad global para reaccionar a nada, inmunizándose pelilgrosamente a todo y cualquier cosa.
Detrás de Wikileaks está Murdoch y un poco más allá...el Mossad.
Gracias por tu aporte Fernando. Muy aguda tu lectura, Israel no ha sido mencionada y si sumamos las declaraciones de Assange sobre el primer ministro, se nota una relación más que interesante parece ...
Lo de Assange no cierra todavía y hay muchos puntos oscuros. Wikileaks anuncia un prespuesto de un millón de dólares anuales, solventado con "donaciones", hmmmm, cuanto que dona la gente eh!!!! Me cuesta creer que esto se sustente sin apoyos poderosos ni contactos o incluso compra sucuelenta de la información.
Lo de Murdoch también está en sintónía, es uno de los que brega por el control de internet y or una internet paga, que mejor le vendria este escándalo para demostrar que internet libre es peligroso y justificar que sea paga y controlada??
Saludos
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