Hargentina, país de locos
Que este es un país lleno de locos creo que nadie tiene la menor duda. Y que aparte de los locos existe un gran número de idiotas e imbéciles que nos rodean tampoco parece ser una afirmación cuestionable. Pero el problema del status mental de los argentinos no es nuevo; la historia nos permite descubrir que el tema preocupaba sobremanera a las mentes más encumbradas de principios de siglo XX* como José Ingenieros, tal como se desarrolla en esta obra de 1919 que no es otra cosa que un censo de alienados.
“Hemos calculado en otro capítulo que la provincia de Buenos Aires (ciudad y campaña) tendría 200 alienados sobre 100.000 habitantes, por el año 1810. Ese cálculo (2 por mil) concuerda aparentemente con el censo de alienados levantado en 1869; debe ser, sin embargo, inferior a la realidad, pues en dicho censo se computaron separadamente los "idiotas e imbéciles" que elevaban el total a más de 3 por mil”
Vemos que ya en 1869 los idiotas e imbéciles que poblaban nuestra nación no podían ser omitidos. Ahora, nos podemos preguntar si el censo se realizara en nuestros días, ¿cómo sería planteada la escena de la pregunta?
El censista toca timbre, saluda y entre otras cuestiones espeta un...
—¿Hay algún idiota o imbécil en su familia?
No quiero imaginar las respuestas si es la esposa la que recibe al encuestador.
Luego, al analizar resultados por provincias de 1869 vemos que La Rioja ostentaba la más alta tasa de locos y Salta la más alta de idiotas e imbéciles por habitante. Pero Santiago del Estero era la que ofrecía menor tasa en todas las especialidades de alienados: locos, idiotas e imbéciles. Uno está tentado de creer que ese rechazo visceral de los santiagueños al trabajo es el que elevaba sus índices de cordura, pero el autor enseguida aclara:
“Es notorio que la población total de Santiago del Estero fue adulterada (en más) con fines políticos, lo que explica su escasa proporción de alineados”
Ya en esa época esa maldita costumbre de toquetear los padrones con fines electoralistas.
En materia de género veníamos parejito, pero:
“En 1869 había más alienadas (1.54 por mil) que alienados (1.37 por mil). En cambio había más retardados (1.29 por mil) que retardadas (0.98 por mil)”
Clarito, las mujeres son unas locas, los hombres sólo un poco retardados, idiotas e imbéciles.
Para concluir, luego de reconocer algunos impedimentos técnicos el trabajo estima la situación mental del país para 1919:
“Según estos cálculos el coeficiente actual de alienados en la República Argentina sería de 1.85 por mil; el de retardados, de 1.30 por mil. Estas cifras le asignan un lugar mediano entre los países poblados por razas blancas”
Lugar mediano, ni primero ni último mundo.
*Cuesta acostumbrarse. Antes se escribía “a principios de siglo” a secas; ahora hay que aclarar de que siglo se trata ya que el corriente es bien nuevecito.
“Hemos calculado en otro capítulo que la provincia de Buenos Aires (ciudad y campaña) tendría 200 alienados sobre 100.000 habitantes, por el año 1810. Ese cálculo (2 por mil) concuerda aparentemente con el censo de alienados levantado en 1869; debe ser, sin embargo, inferior a la realidad, pues en dicho censo se computaron separadamente los "idiotas e imbéciles" que elevaban el total a más de 3 por mil”
Vemos que ya en 1869 los idiotas e imbéciles que poblaban nuestra nación no podían ser omitidos. Ahora, nos podemos preguntar si el censo se realizara en nuestros días, ¿cómo sería planteada la escena de la pregunta?
El censista toca timbre, saluda y entre otras cuestiones espeta un...
—¿Hay algún idiota o imbécil en su familia?
No quiero imaginar las respuestas si es la esposa la que recibe al encuestador.
Luego, al analizar resultados por provincias de 1869 vemos que La Rioja ostentaba la más alta tasa de locos y Salta la más alta de idiotas e imbéciles por habitante. Pero Santiago del Estero era la que ofrecía menor tasa en todas las especialidades de alienados: locos, idiotas e imbéciles. Uno está tentado de creer que ese rechazo visceral de los santiagueños al trabajo es el que elevaba sus índices de cordura, pero el autor enseguida aclara:
“Es notorio que la población total de Santiago del Estero fue adulterada (en más) con fines políticos, lo que explica su escasa proporción de alineados”
Ya en esa época esa maldita costumbre de toquetear los padrones con fines electoralistas.
En materia de género veníamos parejito, pero:
“En 1869 había más alienadas (1.54 por mil) que alienados (1.37 por mil). En cambio había más retardados (1.29 por mil) que retardadas (0.98 por mil)”
Clarito, las mujeres son unas locas, los hombres sólo un poco retardados, idiotas e imbéciles.
Para concluir, luego de reconocer algunos impedimentos técnicos el trabajo estima la situación mental del país para 1919:
“Según estos cálculos el coeficiente actual de alienados en la República Argentina sería de 1.85 por mil; el de retardados, de 1.30 por mil. Estas cifras le asignan un lugar mediano entre los países poblados por razas blancas”
Lugar mediano, ni primero ni último mundo.
*Cuesta acostumbrarse. Antes se escribía “a principios de siglo” a secas; ahora hay que aclarar de que siglo se trata ya que el corriente es bien nuevecito.
2 comentarios:
Me hiciste reír Tino. Muy bueno.
Quisiera hacer una aclaración: después de varios años de trabajar en el Htal José T Borda, podría asegurar que llamar locos/as o imbéciles a los pelotudos/as que pululan por el país es una ofensa a almas tan sensibles y agradables de tratar, como los verdaderos/as locos/as y los retrasados por algún trastorno biólogico.
A las cosas por su nombre: los locos son locos los imbéciles imbéciles y los argentinos somos PELOTUDOS/AS.
Un beso.
Asi es Ana, las cosas por su nombre, jaajjaa.
Fue un rato de distensión. Gracias por entender que no implica falta de respeto y cariño a los que padecen trastornos.
besos
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