El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 01, 2010

Tanto tragatinta hablando de balompié me enferma

Advertencia:

Catarsis de futbolero en estado de emoción violenta. Se solicita inimputabilidad.


!El fútbol para los futboleros! !Basta del colonialismo opinológico de los extraños!

Literatos, filósofos, sociólogos, psicólogos…a inflar la pelota a otra parte.


Cada vez que algún tema toma estado parlamentario planetario, es decir, que pasa de ser un tema de sección a tema central (el fútbol en época de mundial la política en época de elecciones, la patria en época de efemérides, la fórmula uno si corre un argentino en punta) estalla la contagiosa fiebre de encontrarle el lado literario, filosófico y científico a todo. Pero el fútbol es el preferido, sobre todo cuando es época de mundial: todo se vuelve siniestro. Arrecia el llamado sobre sociólogos, podólogos, escritores, filósofos, verbólogos y radiólogos para que manden su escupidita futbolera en forma de ensayo, conferencia, opinión o cita. En general la mayoría no tiene ni idea de lo que es una pelota rodando y escriben colecciones de trivialidades que a los futboleros nos aburren a la tercera línea.

Tengo la crónica que Roberto Arlt escribió cuando fue por primera vez a ver un partido de fútbol en 1930 que se títuló "Ayer vi ganar a los argentinos". La publicó El Gráfico en 1976 en un libro especial que editó. Obviamente tiene la pluma calificada del Gran Roberto, aunque no deja de ser la impresión de un periodista-escritor que va a ver un partido y no entiende un pepino de que se trata pero escribe como escribiría cualquier ignorante del tema, desbordado por la sorpresa y el asombro. Obvio que hay frescura, pero… ¿por qué el fútbol como paisaje extraño es literario? Para mí eran literatura de fútbol las notas de Don Osvaldo Ardizzone en El Gráfico. Porque se aborda lo “literario” de una manera harto tautológica, inventando que hay “literatura de fútbol”. Para el escritor el tema es un accidente; no hay ”literatura de fútbol” porque escribas un cuento con una anécdota “de fútbol”.

Me pregunto: ¿hay una literatura de automovilismo? Si hubiera existido un escritor sensiblero como Soriano al que le gustaran los fierros tendríamos “literatura de automovilismo”, y entonces se hubiera escrito el cuento del día que el Lole se quedó sin nafta en el autódromo. Mejor sería decir si algún escritor escribió una gran novela o cuento incluyendo al fútbol como objeto de atención indagatoria, como forma y fondo de la reflexión narrativa, y si atravesó alguna capa tutelar de la significación a partir de ello. Pero no, lo dejo ahí, recuerdo al Negro Fontanarrosa y su cuento “19 de diciembre de 1971”. ¿Se puede escribir algo mejor “de fútbol” que eso? No, pero como los que lo evalúan nunca pisaron una cancha ni putearon un referee ni memorizaron la formación de cinco equipos, jamás se darán cuenta.

El austríaco Peter Handke tiene una obra –digamos menor dentro de su producción- que se llama “El miedo del arquero ante el tiro penal”. ¡Por Dios! El que tiene miedo en el penal es el pateador y no el arquero que tiene garantizada la derrota honrosa. Vamos hombre, ¿ahora entienden por qué tanto tragatinta hablando de balompié me enferma? El penalty es el único acto del fútbol donde el arquero tiene cierta impunidad para fracasar, y si lo ataja no es que cumple con su deber sino que alcanza una proeza, se vuelve héroe. ¿De donde sacó que el portero tiene miedo en el penalty? Handke, la tenés adentro, eras un cuatro de copas y en los picados de Griffen, Austria, jugarías al arco o te ponían al medio porque eras el dueño de la pelota, dedicate a hacer guiones con tu amiguito Wenders. La novela de Handke no tiene relación con el fútbol más de lo que sugiere el título con intención metafórica; es una novela que narra peripecias aburridas de un personaje gris que entre otras cosas fue arquero mediocre de un club de barrio, entre otros variados metieres, es un texto muy en la vena existencialoide de los 70, pero…pasó a engalanar el cánon literario “de fútbol”…

Se busca aprovechar la popularidad del fútbol pera venderle literatura. Es un marketineo un tanto berreta; se supone que existe un consumidor de fútbol que jamás compraría una novela “normal” pero que si se le advierte que el libro “trata de fútbol” se transformará en ávido demandante, máxime si está en época de mundial y excitado. ¡Así pasará del Olé a la literatura!

También huele a legitimación barata, parece que algunos necesitan que al fútbol lo absuelva cierta “academia” de la cultura, entonces se trata de demostrar que sólo porque un puñado de escritores se ocuparon de él no se trata de una cuestión menor. El fútbol es la representación lúdica de la guerra más intensa emocionalmente para las masas del universo y por lo tanto nunca es una cuestión menor, al menos no menor que la literatura, y se legitima culturalmente solo, no necesita que ningún escritor le dedique un cuento.

La otra prevención que pesa sobre algunos intelectuales es que tratan de despegarse del fútbol porque suena políticamente correcto hacerlo. Es una actividad a la que se acusa de ser un gran negocio para pocos que funciona como el opio para las masas, y que se usa políticamente para manipular sentimientos ligados a los peores intereses políticos, o en el mejor de los casos –valga la ironía- para exacerbar los nacionalismos de tinte populista. Todo esto puede que tenga asidero, no se puede negar, pero fue culpa de los gobiernos, del sistema capitalista y no del fútbol. Que constituye un gran negocio y está dirigido por una minoría que se enriquece, ¡pues vaya novedad!, pero eso sucede con todas las actividades en este mundo capitalista, incluida la industria cultural toda, y la editorial en particular, pequeño refugio de los escribas dominado por tres pulpos empresarios que imponen las leyes del marketing y el negocio por sobre el arte. Entonces, señores cagatintas, dejen de mirar desde arriba al fulbito, quítense esa pátina de suficiencia superadora que ninguna ola de las que riega vuestras playas trae aguas culturalmente purificadas.

El furor popular puede más, se devora toda esta tilinguería intelectualoide. El fútbol tiene sus verdades y mentiras propias, no necesita cronistas emplumados en oropeles narrativos ni cacofonías filosóficas. Mientras, lo único que espero es que ganemos el sábado y poder gritarle a Schweinsteiger que siga mamando.


6 comentarios:

Fernando Terreno dijo...

Está muy lindo y me hizo cagar de risa. Lo de Hanke y eso de pasar del Olé a la literatura está justito.
Sería lindo que, cuando todos los fuegos se apaguen, te escribas uno sobre el OTRO aspecto, el de los periodistas deportivos devenidos Literatos. Ahí hay tema para otro tanto, porque el maltrato y el boludeo con las palabras es del mismo calibre que el otro.
Tomemos por ejemplo la famosa "barilete cósmico", no me vas a decir que al tipo se le ocurrió de una, la tenía preparada para ver donde encajarla y es una "pelotudez astronómica" que va terminar por reemplazar al Quijote.
Sobre todo cuando se termine de consolidar el nuevo DEPORTE NACIONAL, que no es el fútbol, sino el PERIOTUDISMO DEPORTIVO.
Un abrazo

Tino Hargén dijo...

Tal cual Fernando, el periodismo deportivo es el otro gran tema que me enferma jajajaaa!

Abrazo

Adriana Menendez dijo...

simplemente, te aplaudo de pie. un abrazo.

Miguel P. Soler dijo...

Lo que es cierto es que en la mayoría de los textos ficcionales que he leído, o el futbol es central en su argumento o está totalmente ausente. Es difícil encontrar un texto, donde el futbol sea algo más de "la vida" social de los personajes, y básicamente, un ámbito insoslayable del diálogo (porque básicamente así se nos manifiesta, no como relato sino como discusión, donde aparece la pasión de las controversias y las afinidades, los chistes "al pie" y las jodas hirientes). Además, perdón por la hinchada, pero yo prefiere ver un buen partido que leer un relato futbolístico de Fontanarrosa.

Tino Hargén dijo...

Ta bien Miguel..Que cuando se lo menciona se vuleva un imán absorbente del texto tiene que ver con lo que digo en relación a buscar un atractor. A tal punto que muchos creen que existe una "literatura de fútbol".
Los relatos de Fontanarrosa donde el futbol esta presente para mi no son "futbolisticos", son relatos de costumbres que ironizan sobre los "valores" de cierta clase popular que entre otras cosas es futbolera. Y mientras pierda Brasil, está todo bien.....y no olvidemos que el fútbol como en todo juego el destino depende en gran parte del azar, casi igual que la vida!!

Tino Hargén dijo...

Gracias Adriana, un abrazo para vos!