Acabo de encontrar un artículo de hace algunos meses donde el veterano intelectual de izquierda Atilio Borón apunta su espada interpretativa sobre Internet. O mejor dicho sobre los que creen que la red es la panacea de la libertad de expresión. Los trata a todos de ingenuos y propagandistas impensados del sistema capitalista para finalmente echar un manto de cuasi repudio a la red y sus reales posibilidades de libre expresión y comunicación.
¿Pero realmente, los autores por él criticados, creen que la red es el reino de la libertad total? Habría que leer completas todas las obras a las que hace referencia, porque las citas que aporta en este artículo no parecen suficientes:
“Se ha vuelto un lugar común creer que la Internet es por excelencia el ámbito de la libertad de nuestro tiempo. Muchísima gente, y no pocos teóricos, sostienen que se trata de un espacio libérrimo donde las antiguas restricciones que el papel impreso imponía a la producción y circulación de las ideas han quedado definitivamente superadas. Basta con leer algunos pasajes del libro de Hardt y Negri, Imperio; o los tres tomos de Manuel Castells, La Edad de la Información: Economía, Sociedad y Cultura, para apreciar la profundidad y ramificaciones de esta creencia”
“El libro de Castells se edifica íntegramente sobre esa superstición. Pero contrariamente a lo que asegura la charlatanería posmoderna la Internet ni es horizontal, descentrada o desterritorializada. Lo que aquellos autores se empeñan en negar es que la Internet es una estructura que tiene centros de monitoreo y control, y en donde cierto tipo de comunicaciones están bloqueadas, casi todas vigiladas y algunas son censuradas”
Luego imputa ingenuidad.
“Sólo espíritus muy ingenuos pueden suponer otra cosa…”
En esta parte hace la referencia a mi juicio más acertada de su planteo, que quedan desvirtuadas luego por las conclusiones totalizadoras de su enfoque:
“Una de las tesis más importantes de este tiempo es, precisamente, exaltar a la Internet como el reino de la libertad, convirtiendo así a uno de los preceptos de la ideología dominante en una verdad supuestamente irrefutable. Pero las evidencias que destruyen ese mito son abrumadoras…” “Son muchas las experiencias que refutan el carácter democrático y libertario de la red”
Es cierto, son muchas las que desmienten que sea el reino de la libertad de comunicación, pero son muchas también otras las que demuestran los enormes niveles de libertad concreta que permite en relación a lo que históricamente han sido los medios en el mundo capitalista. Sin ir más lejos, el presente artículo de Borón lo estoy leyendo por internet sin necesidad de acudir a algún otro medio donde su opinión podría ser no incluida por la sencilla razón de no ser considerada para publicarse. Entiendo que es criticable que se haga uso político del concepto de internet como fuente ilimitada de la libertad, dato que es erróneo, porque es atribuirle a la ideología dominante una virtud que no tiene, como si quisiéramos demostrar que el sistema capitalista “es tan bueno que ha creado una herramienta ultra libertaria”, pero otra muy distinta es negar la cantidad y calidad de libertad de expresión efectiva que permite, enormemente mayor a la de los medios tradicionales dentro de este sistema donde estamos inmersos. Y entiendo por libertad de expresión efectiva aquella que implica al mismo tiempo unos niveles concretos de circulación y propagación del mensaje, ya que la libertad de expresión en potencial sin que se tenga en cuenta los niveles de posibilidades de concreción del acto comunicativo en la práctica es una falacia; una más de las que desgraciadamente nos propone a menudo el sistema.
Luego señala para fundar su rechazo episodios de control o censura en la red como por ejemplo:
“Osama Bin Laden ya no tiene lugar en la red social de Internet”
¿Porque el sitio de Bin Laden es cerrado no podemos desconocer todo lo permite internet en materia de circulación por fuera de los medios establecidos? Que la red es una estructura que puede ser sometida a control centralizado cuando el poder así lo quiera es obvio. Con los datos que poseo no creo que haya un control centralizado absoluto las 24 horas de cada byte del universo que circula por la red, se necesitaría un muy numeroso ejército de expertos informáticos de inteligencia encerrados en oficinas monitoreando todo, evento que se parece a una fantasía de ciencia ficción, pero lo que si es real y obvio es que los centros hegemónicos del poder económico y político de los países centrales -principalmente desde el gobierno de los Estados Unidos- tienen los elementos necesarios para controlar aquello que les pareczca de su interés estratégico cuando les plazca, y de bloquear o anular lo que quieran si es que así lo desean. Obviamente que este control es selectivo y si bien marca que la libertad absoluta es un mito, también deja claro que existen enormes espacios cuyos contenidos circulan sin impedimentos.
Ingenua termina siendo la lectura de Borón que totaliza una situación y saca conclusiones sin ubicar los conceptos con sus debidas coordenadas de contexto. No hay modo de medir comparativamente niveles concretos de libertad sino en términos relativos, por lo que la máxima resultante sería reconocer que la red no es el paraíso libertario como pudieran presentarlo los defensores de la ideología que la creó, pero a la vez defender el aprovechamiento de sus evidentes posibilidades de circulación libre que superan abrumadoramente a las que ofrecen los medios tradicionales.
¿Pero realmente, los autores por él criticados, creen que la red es el reino de la libertad total? Habría que leer completas todas las obras a las que hace referencia, porque las citas que aporta en este artículo no parecen suficientes:
“Se ha vuelto un lugar común creer que la Internet es por excelencia el ámbito de la libertad de nuestro tiempo. Muchísima gente, y no pocos teóricos, sostienen que se trata de un espacio libérrimo donde las antiguas restricciones que el papel impreso imponía a la producción y circulación de las ideas han quedado definitivamente superadas. Basta con leer algunos pasajes del libro de Hardt y Negri, Imperio; o los tres tomos de Manuel Castells, La Edad de la Información: Economía, Sociedad y Cultura, para apreciar la profundidad y ramificaciones de esta creencia”
“El libro de Castells se edifica íntegramente sobre esa superstición. Pero contrariamente a lo que asegura la charlatanería posmoderna la Internet ni es horizontal, descentrada o desterritorializada. Lo que aquellos autores se empeñan en negar es que la Internet es una estructura que tiene centros de monitoreo y control, y en donde cierto tipo de comunicaciones están bloqueadas, casi todas vigiladas y algunas son censuradas”
Luego imputa ingenuidad.
“Sólo espíritus muy ingenuos pueden suponer otra cosa…”
En esta parte hace la referencia a mi juicio más acertada de su planteo, que quedan desvirtuadas luego por las conclusiones totalizadoras de su enfoque:
“Una de las tesis más importantes de este tiempo es, precisamente, exaltar a la Internet como el reino de la libertad, convirtiendo así a uno de los preceptos de la ideología dominante en una verdad supuestamente irrefutable. Pero las evidencias que destruyen ese mito son abrumadoras…” “Son muchas las experiencias que refutan el carácter democrático y libertario de la red”
Es cierto, son muchas las que desmienten que sea el reino de la libertad de comunicación, pero son muchas también otras las que demuestran los enormes niveles de libertad concreta que permite en relación a lo que históricamente han sido los medios en el mundo capitalista. Sin ir más lejos, el presente artículo de Borón lo estoy leyendo por internet sin necesidad de acudir a algún otro medio donde su opinión podría ser no incluida por la sencilla razón de no ser considerada para publicarse. Entiendo que es criticable que se haga uso político del concepto de internet como fuente ilimitada de la libertad, dato que es erróneo, porque es atribuirle a la ideología dominante una virtud que no tiene, como si quisiéramos demostrar que el sistema capitalista “es tan bueno que ha creado una herramienta ultra libertaria”, pero otra muy distinta es negar la cantidad y calidad de libertad de expresión efectiva que permite, enormemente mayor a la de los medios tradicionales dentro de este sistema donde estamos inmersos. Y entiendo por libertad de expresión efectiva aquella que implica al mismo tiempo unos niveles concretos de circulación y propagación del mensaje, ya que la libertad de expresión en potencial sin que se tenga en cuenta los niveles de posibilidades de concreción del acto comunicativo en la práctica es una falacia; una más de las que desgraciadamente nos propone a menudo el sistema.
Luego señala para fundar su rechazo episodios de control o censura en la red como por ejemplo:
“Osama Bin Laden ya no tiene lugar en la red social de Internet”
¿Porque el sitio de Bin Laden es cerrado no podemos desconocer todo lo permite internet en materia de circulación por fuera de los medios establecidos? Que la red es una estructura que puede ser sometida a control centralizado cuando el poder así lo quiera es obvio. Con los datos que poseo no creo que haya un control centralizado absoluto las 24 horas de cada byte del universo que circula por la red, se necesitaría un muy numeroso ejército de expertos informáticos de inteligencia encerrados en oficinas monitoreando todo, evento que se parece a una fantasía de ciencia ficción, pero lo que si es real y obvio es que los centros hegemónicos del poder económico y político de los países centrales -principalmente desde el gobierno de los Estados Unidos- tienen los elementos necesarios para controlar aquello que les pareczca de su interés estratégico cuando les plazca, y de bloquear o anular lo que quieran si es que así lo desean. Obviamente que este control es selectivo y si bien marca que la libertad absoluta es un mito, también deja claro que existen enormes espacios cuyos contenidos circulan sin impedimentos.
Ingenua termina siendo la lectura de Borón que totaliza una situación y saca conclusiones sin ubicar los conceptos con sus debidas coordenadas de contexto. No hay modo de medir comparativamente niveles concretos de libertad sino en términos relativos, por lo que la máxima resultante sería reconocer que la red no es el paraíso libertario como pudieran presentarlo los defensores de la ideología que la creó, pero a la vez defender el aprovechamiento de sus evidentes posibilidades de circulación libre que superan abrumadoramente a las que ofrecen los medios tradicionales.
2 comentarios:
Poner el ejemplo de Osama... me parece que va al top ten de los boronismos.
jaaja sii, terribleee, el boronismo en su máxima expresión...
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