Los enemigos que tu matas...

Los enemigos que Martín Caparrós mata gozan todos de buena salud.

Cuesta a la vez quedar bien con los intereses del holding mediático que te paga un sueldo y te edita, y mantener el status de intelectual progre, ese que cuando puede trata siempre de estar un poco más a la izquierda que el común de los mortales, y cuando no puede, sencillamente sigue la flecha que indica la derecha alegando defensa propia.

Oyarbide llamando a indagatoria a Macri por las escuchas ilegales pero también embargando el Lear Jet de Ricardo Jaime. Son duros tiempos para posicionarse. El asqueo de las corruptelas, la permanencia de las estructuras perversas, la dificultad por preservarse de las salpicaduras de apoyar a un gobierno que por ser gobierno y peronista pareciera que merece al menos una desconfianza preventiva, la dificultad por preservarse de las salpicaduras de apoyar a una coalición de derecha retrógrada, una guerra que asumen los medios a los que está vinculada laboralmente mucha gente de la cultura, con mucho salario y contrato por perder. La cancha está tan embarrada que por más tapones altos que nos pongamos para pisarlo terminamos resbalando y haciendo el grotesco ante cualquiera que nos mire. Porque nadie está exento de ensuciarse si es que decide participar de la realidad, los que están siempre limpitos son los pusilánimes que callan y los que se posicionan tanto más allá de todo que jamás intervienen en nada. Los que por preservarse para el gran momento de la conquista del caviar utópico, no luchan para conseguir al menos algo de la mortadela que está un poquito más al alcance de un mínimo esfuerzo.


El problema no es reemplazar a 6-7-8 por TN en el referente de verdad, sino elaborar alguna idea superadora de todos las escenas discursivas predigeridas puestas sobre la mesa del universo mediático, donde habría que incluir más medios informales y no tanta agenda armada en base a los grandes medios profesionales. Pero detrás de avance de 6-7-8 hay un hecho comunicacionalmente más interesante: la consagración del clip de edición selectiva cargado de ironía y humor como formato de discurso eficaz y entretenido. Se lo suele llamar “informe” para dotarlo de una impostada personalidad objetiva, pero es una forma nueva de relato de ideas. Se caracteriza por su anonimato autoral, no lo firma nadie, es labor “del equipo”, una melange colectiva donde se supone algunos bajan línea y un equipo sagaz monta pedacitos de video y audio de archivo para lograr el efecto esperado. Mezcla del audiovisual con diapositivas de los 70, el video clip musical de los 80 y el blooper tragicómico de los 90, el “informe” editado cuenta una historia fabricada de contradicciones, exabruptos, actos fallidos, perlas y frases reveladoras, cose fragmentos sueltos de una realidad mediática imposible de abarcar. En su selección es necesariamente destructor de contextos, ya que selecciona retazos sueltos y los hace coincidir discursivamente como un collage. Funciona como un breve teorema a demostrar, un mini juicio donde se condensan alegatos de defensa y acusación.