El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 25, 2009

Nada de lo que sueñas brilla


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Una rana vestida de gala por la luz clandestina de una columna vecina, saltaba sobre los escombros de una piscina derruida, con restos de festicholas azuladas, bajo banderas de remate resante y felices consortes en erección perpetua. El señor Gholz cobraba importancia en la medida que sus acreedores soñaban con poder cobrarle todo lo que fue capaz de deber en más de treinta años de labor develadora. Aseverar sobre terreno firme, enclavar la propia manta conceptual como protectora de los secretos populares bien guardados, era su magnético pasatiempo en continuado. "La libertad está bien guardada" solía decir en esas seniles olimpíadas de la nocturnidad, hastiadas de bostezos mentales insomnes y unas famélicas sesiones de sexo patrullado.


-Mientras los infelices estén entretenidos, toda aceleración está condenada a perecer...

Gholz se dedicaba relacionar las palabras que no tenían remedio ni porvenir, a financiar las asociaciones semánticas que jamás iban a prosperar. Venía una palabra harapienta a su hoja y él la aceptaba, la protegía buscandole trabajo en el mejor de sus tambos literarios. Se movilizaba en bicicleta, una de esas parecidas a las de carrera, de hierros filosos, asientos puntiagudos que parece diseñados para perforar los anos, con cambios y accesorios ostentosos.

En un claro de la confusa calle, un barbudito guitarra en mano elegía el relato antes que las canciones:

-Represento a los pueblos a los que se les negó el derecho a formar parte del tiempo.

Gholz era ácido cuando se decidía a secarse al sol con la sola compañía de ginebras y aceitunas.

-El discurso indigenista me tiene delicadamente podrido –afirmaba desde su manta terrenal con voz encarrilada- Cada tanto aparece algún figurón, algún actor de moda, de esos que facturan fortunas haciendo el papel de buenos, que se pliega a alguna causa de este tipo. Que a los mapuches les construyen una represa en sus tierras milenarias, que le talan el monte a un grupúsculo de coyas que criaban ovejas y cultivaban mugre en algunas pocilgas precolombinas. En fin, la compasión adolescente nunca mi fuente de placer justiciero, más bien una debilidad superada…

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