El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

junio 20, 2009

La muerte de un puto





Ha muerto Fernando Peña. Ha muerto un puto. Y murió como un hombre, sin dejar de desafiar a lo inevitable hasta el último instante. Y murió como una mujer, sabiendo extraerle al dolor infame hasta la última gota de su elixir sensual. Su vida fue redundante, sobreactuada, firmada y reafirmada, una fuga a través de las leyes blandas de la politiquería sexual, con sus armas sensoriales travestidas en seno erecto, a puro vello rasurado, deglutiendo riesgos mortales como caramelos, resistiendo señalamientos como arpones y sosteniendo una histérica relación, tan clandestina como entrañable, con la tragedia.

En el altar mayor del campo mediático parecía a veces arrodillarse sobre las faldas de los poderosos, pero en el fondo de los corredores, supo bajarles buena parte de sus máscaras de nefasta hipocresía. Primero artista y talentoso, primero concheto y transgresor, pero siempre puto. Quizá más escandalizador que revelador de cambios, fue a morir como vivió, bien plantado entre dos bolas muy merecidas, y unas gloriosas tetas imaginarias.


2 comentarios:

Silvia Sue dijo...

¡¡¡Sí !!!!

Tino Hargén dijo...

!! Biennnn !!!