El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

marzo 08, 2009

Derretido





Ante el inminente recital que dará en Buenos Aires el músico inglés Peter Gabriel y mi juzgada imposibilidad de asistir, he disparado a modo de descarga este recuerdo especial de uno de sus discos solistas, a mi juicio el mejor de todos.

Se trata de aquel Peter Gabriel III de 1980, también conocido como "Melt" (Derretido) a causa de la foto de la tapa con su rostro que parece carcomido por una catarata de ácido. Adquirí el vinilo en 1981 y fue un amor a primera oída. Más allá de que el material distaba mucho de lo de Peter hacía en la época de Génesis (1970-1975) me enamoró de varias formas por su variedad, su modernidad, la originalidad de algunos temas, su talento desplegado como intérprete y la perfomance de la banda que lo acompañaba. El disco se mostraba más rockero y desprejuiciado que sus dos primeros trabajos y presentaba unos cambios de climas admirables. Los sonidos de batería y percusión entre Phil Collins, Jerry Marotta y Morris Pert eran realmente un mazazo.

El disco comenzaba con el pulso de unos secos golpes de batería y los chirridos electrónicos de “Intruder”, un tema enigmático y tajante, donde lo ochentero aparecía envuelto en una penumbra de tensión casi de película de terror. Con “No Self Control” se mantenía esta tónica pero ya aparecían islas de suavidad musical. Luego llegaba el primer remanso melódico con el breve “Start” que daba paso a un “I don´t remember” con destino de hit radiable, con una percusión pseudo electrónica bien machacona. Y allí, sin que nadie lo esperera llegaba el estupendo “Family Snapshot”, que era algo así como un guión de un corto de cine hecho tema por las imágenes que me provocaba asociar la música a su letra. Y era un molde perfecto para que Peter encajara su interpretación tan teatral manejando los vaivenes emocionales de la pequeña historia como solo él sabía, pasando del susurro al repentino alarido ronco y visceral, con una distribución melódica exquisita que acompañaba ese viaje. La historia de la canción describía las tribulaciones de un killer en el intento de asesinar a una figura política que paseaba en auto rodeado de motocicletas de seguridad en un acto público. Según encontré en la red, Peter se inspiró para armar la historia en el diario de Arthur Bremen, un estadounidense que el 15 de mayo de 1972 en la localidad de Laurel, Maryland ( USA) atentó a tiros contra la vida del candidato presidencial demócrata George Wallace (que en ese entonces era gobernador del estado de Alabama) y estuvo en prisión por ello desde entonces hasta 2007 cuando fue liberado. Ese diario se editó como libro en 1973 con el título de "An Assassin´s diary"


Terminado este ejercicio emocional tan dramático, llegaba “And through the wire” que me sorprendía con su trazo roquero y zarpado, con un Marotta que le pegaba a los parches como poseído hasta lograr un sonido tan potente como desordenado. Pero las sorpresas no terminaban ya que irrumpía un “Games Without Frontiers” rebosante de originalidad, mezcla de tema juguetón, siniestro y delicioso, con sus sonidos tecnosos que parecían sacados de golpear una cajita de lata. De inmediato, “No one of us” que comenzaba intimista y volvía a liberar energías en el mismo sentido de “And through the wire” llegando a ese paroxismo tan controlado y bello que sabía manejar Peter.


Y el final no podía ser mejor ya que no terminaban los marcados contrastes; pasaban los aires baladosos y moderadamente relajantes de “Lead a normal life” para arribar al cierre nuevamente épico y dramático del colosal mensaje libertario de “Biko”, magistralmente plasmada dosificando los arreglos étnicos .


Un disco de la concha de su madre, para que se entienda mejor digamos.


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