El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

enero 11, 2009

El error del horror



El mundo es una entidad ansiosa. Pareciera estar siempre esperando con extrema impaciencia la oportunidad de reafirmar la imposibilidad de cualquier esperanza. Se percibe una intensa desesperación por desmentir cualquier atisbo de superación evolutiva de sus atrocidades incorregibles. Lo vemos retroceder hacia lo mismo de siempre, como violando con goce una vez más cualquier pacto imaginario con la ilusión de un cambio. La idea de que la acumulación histórica de experiencias trágicas podía incitar a una mayor racionalidad humanitarista es desmentida brutalmente.

A veces somos optimistas por defecto, por afecto, o por virtud de una partecita muy recóndita de nuestra naturaleza que nos obliga a creer que existe una nueva respuesta posible a las preguntas que ya han sido contestadas. El regreso del horror de la carnicería humana al vapor de bombazos y arrasamiento de poblaciones parece una pregunta ya contestada, porque el horror vuelve para cumplir con su cuota contributiva al establecimiento de su invulnerabilidad. Los errores se repetirán, por eso son errores. Repetición y error son sinónimos porque en realidad el error que no se repite no es error. Esa es la respuesta contestada digerida, que imaginamos a veces ha desaparecido para volver a hacernos la pregunta con algún atisbo de duda; una duda que en este caso es esperanza. El error del horror no cesará repetirse aún cuando se repita que es un error. Es inmutable, único, obstinado e intransigente. Viviremos en el error a fuerza de no poder corregirlo.

La defensa es –estaba tentado a decir fue pero no corresponde- el argumento preferido de la violencia neoliberal. Nadie ataca, todos se defienden, y basados en un uso diabólico de la premisa “prevenir es mejor que curar” han instaurado la idea de la guerra preventiva que autoriza un ancho campo de libertades destructivas. Primero han definido el enemigo terrorista como “difícil de hallar” muy contradictoriamente en una era donde crearon una tecnología capaz de vigilar la respiración de cualquiera en cualquier lugar del mundo. Es que la falta de localización del enemigo no los perjudica sino que los beneficia al liberarlos de la limitación de un blanco; ahora es posible arrasar todo lo que está en pie con la excusa que se busca pegarle a los que se esconden y son inhallables. También es una teoría que abre las puertas a las más brutales desproporciones dejando al viejo adagio peronista como un mero y tibio punto de partida: por cada uno de los nuestros nos autorizaremos a voltear 100.000 de ellos; por cada rotura de vidrios nuestra inflingiremos al enemigo la destrucción de enteras fábricas, carreteras, viviendas y hospitales. La defensa -legítima cuando es defensa- se vuelve una hipócrita excusa cuando encubre la deformidad ofensiva.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Decis cosas simples pero muy inteligentes

rafael

ŜhЄrezάđξ dijo...

De lo bueno poco, pero cuando es re bueno se agradece más!!!