El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

junio 01, 2007

La novela horizontal



“La primera lección que enseñaban los viejos maestros del descubrimiento del oro era no abandonarse al parloteo marginal de los palabreros trashumantes, esos pálidos constructores puestos a escritores de sala de espera que terminan volviéndose ingeniosos por la obstinación indulgente de sus acólitos”

Reiner P. Voller “De la quinta pata” ( "In der fünften pranke" )



Me pidieron que explicara el proceso de proyección de la novela horizontal impresiva, la nueva forma narrativa que se ha impuesto en los últimos tiempos como el jacuzzi relajante al que acuden todos los escritores en busca de placer. Cuando el joven escritor suizo Reiner P. Voller llevó el mismísimo disco rígido de 160 gigas de su computadora personal a una casa editora de Berna ante la imposibilidad de bajar a otros soportes la materia activa de sus procesos ficcionales acumulados, jamás pensó que estaba estableciendo el primer paso de una alucinada renovación en el campo de los artificios culturales. Para que se entienda mejor empecemos por el principio: imaginemos que se trata de una novela que se desarrolla en el campo de la imaginación que cabe en una tajada de aire que se establece a cincuenta centímetros del cielo. Su soporte físico es un plano captor y emisor de reflejos sígnicos, como una delgada feta de metal aceitado que vuela y se desplaza hacia adelante, sin fuente de propulsión aparente, pero en trayectoria de corresponsal permanente en la capital de todos los sentidos. Así es como va recibiendo en su plancha incandescente horizontal los testimonios físicos de la información ficcional que fuga hacia allí desde toda la hiper-realidad y queda depositada, y que luego distribuye al mundo lector que tiene por debajo. En su trayectoria indiscriminada le pasa tan cerca a las cabezas de todos que se convierte en una especie de cielorraso volador. Pero esta forma que se imaginaba creíble y perfecta para lanzar destellos de ficción de alta calidad de verosimilitud, tenía una debilidad estructural ya que era incapaz de soportar el paso de los segundos sin hacerse otra, sin enrevesarse hasta malograr cualquier retención respirable. Las definiciones de sus dimensiones complejas necesitaban la estabilidad como un culo una ostia, porque el pensamiento novelado en clave horizontal se comporta como un organismo perecedero y la inteligencia emisora debe apelar al recurso de mantenerlo frío por un tiempo para permitir su correcta manipulación y consumo. Otra flaqueza inevitable eran sus membranas permeables al llamado “efecto mentira-descubierta” que la colocaban siempre bajo el alto riesgo de una degradación súbita.



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