El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

septiembre 24, 2006

Invalidez carnal


“A un sol
que ha sido privado
del poder de sus rayos
ni siquiera le queda el recurso
de beberse su propio calor a la sombra”


Le corrió un frío lapidario por el cuerpo ante el impacto crudo de la noticia. No puede decirse que fuera una tragedia desgarradora, sin embargo cualquier nombre sería incapaz de definir la índole del anti sentimiento sufrido.

Todos sus espejos, verdaderos objetos de placer que había sabido limpiar día a día con extrema prolijidad, se volverían de pronto solventes garantes de un duradero pesimismo. Quedaría seriamente cuestionada su continuidad en la elite de los sobrevivientes carnales. Haría silencio sobre soporte de cigarrillos o bebidas, y vería la escarcha de Serrat, un nevado abismo de diferencias insalvables, o ese ruido macabro de la imposibilidad. Se convertiría en su propia criatura extraviada; un pordiosero íntimo de la mano de su sueño rechazado. Su orgullo, aquel soplido de confianza puesto a resguardo en mil batallas, se erosionaría como atacado por un torno de dentista, de esos que pulverizan carne maloliente. Y de su género, sólo volarían las fosforescentes malezas del abandono, como un tímido cadáver reseco.

El apetito desmentido es como una intragable tortura en gotas, una especie de espesa indignidad que se atraviesa desnuda a mitad del pasillo de la respiración. Una alfombra de vidrios destrozados dispuesta a recibir infinitamente el primer paso de todos los días venideros.


–Yo te quiero como amigo…


Ser declarado incapaz de calentar es la invalidez más amarga de toda masculinidad.

8 comentarios:

Ruth dijo...

Y a la inversa, Tino. Yo lo extendería diciendo que es la invalidez más amarga del género humano, sin distinción de sexos, y sin entrar en cuestiones metafísicas sobre la belleza interior, las personalidades encantadoras, los sentidos del humor irrepetibles y etc. Para ser amiga no soy nada, qué diantres!

Anónimo dijo...

No hay que dejarse morir.
JAMÁS hay que consentir ser un cadáver en vida. A mí que me vengan a buscar, que para cuando vengan voy a estar rodeadísimo de amigas (y de algún nieto, no se vaya a creer).
Un poco de flit que a uno le echen... lo que no mata te fortalece, dice un gran refrán.

Tino Hargén dijo...

gracias po los comments. Lo único que voy a agregar es que este post no es autobiográfico ;-)

Anónimo dijo...

no, no lo tomaba por ahí. El comentario sí era autobiográfico, já.

lunanueva dijo...

La verdad es que esa alfombra de vidrios destrozados me pone piel de gallina. ¿Qué decir? Adhiero completamente a lo comentado por Minerva.

Tino Hargén dijo...

Minerva y Lunanueva:

Muy buena observación, puede que la sensación sea igual sin distinción de géneros, un desperdicio humano.

Quedaría entonces entrar en un finísimo campo que se abre y es el de bucear las diferencias. Como vive esta situación un hombre o una mujer. Yo traté de enfocarlo desde un hombre.

Anónimo dijo...

por lo que dicen las chicas parece ser bastante parecido de ambos lados, ¿no?

Silvia Sue dijo...

Estaba pensando en esa "yo te quiero como a un amigo". Es devastadora, sí.-
Pero la que es más devastadora (y ridícula, además) es esa súper asexuante, esa otra "yo lo quiero, sí, pero como persona".
Dá para un "¿Y como animal?" :)