Inapropiada comunión
La locura es poner dos planos en arbitraria esperanza de comunión. El mundo de la metáfora no es compatible con el de la física, unirlos es cometer un acto de locura, pero, ¿un acto de locura es locura cuando uno es conciente de que está cometiendo un acto de locura?. Cuando tomara ese líquido indescifrable su organismo no encontraría respuestas previstas, descompondría esas sustancias extrañas, inesperadas, generaría anticuerpos, toxinas que lo dejarían convulso, mordido por dentro, listo para sufrir algún efecto innovador. Llevar la metáfora hasta el límite de la física, romper el átomo que liga el lenguaje con la existencia, la materia con la inmaterialidad.
Actuación
Dos actuaciones casi teatrales le permitierom iniciar su obsesivo experimento. Primero se hizo pasar por comerciante de ropa y compró en un negocio mayorista un maniquí de cera. Después, con muchos más trámites y averiguaciones, pudo adquirir clandestinamente restos humanos en el cementerio fingiendo ser el padre de un estudiante de medicina. Tanto el maniquí como el cadáver eran de mujeres, porque era bueno aprovechar las elevadas intenciones científicas y hacerlas más entretenidas mediante alguna mímina truculencia sexual, total cualquier remordimiento por permitirse merodear la perversión se relativizaría ante el amparo de tal elevada finalidad. A todo este particular objeto de sus pesares –uno de tantos- lo había definido hacía un tiempo como el intento de hallar la relación entre la representación y lo representado; que lazos ligaban al objeto y a su modelización, como convivían la sustancia en si misma y el signo materializado que se hace pasar por ella, como meterse del lado de adentro de los párpados del intangible proceso de conceptualización. Necesitaba quitarse cualquier receta o subproducto residual de teorías ya conocidas; ni estructuralismos, ni lingüisticas, ni semióticas. Se trataba de volver a la pura experimentación.
Los trozó en partes y los mezcló en una tacho de esos de doscientos litros que se usan para combustibles, al que subió arriba de dos tacos de madera dura. Puso abundante carbón a su alrededor y encendió brasas, cuidando de mantener varias horas el calor parejo igual que su estuviera asando un costillar de vaca o un cerdo. Cuando el humo intenso aseguraba una temperatura suficiente fue colando el liquido resultante en tachos y pasando a botellas. Las etiquetó: piernas, manos, brazos, entrepierna, senos, cabeza. Si hervía la representación podría transformarla en lo representado, la representación en su interior se haría embrión, cultivo de síntesis. Se sirvió el líquido todavía caliente en una taza. Buscó un papel para anotar como era el gusto.
Los trozó en partes y los mezcló en una tacho de esos de doscientos litros que se usan para combustibles, al que subió arriba de dos tacos de madera dura. Puso abundante carbón a su alrededor y encendió brasas, cuidando de mantener varias horas el calor parejo igual que su estuviera asando un costillar de vaca o un cerdo. Cuando el humo intenso aseguraba una temperatura suficiente fue colando el liquido resultante en tachos y pasando a botellas. Las etiquetó: piernas, manos, brazos, entrepierna, senos, cabeza. Si hervía la representación podría transformarla en lo representado, la representación en su interior se haría embrión, cultivo de síntesis. Se sirvió el líquido todavía caliente en una taza. Buscó un papel para anotar como era el gusto.
El empeño ritual
Lo difícil al principio para él era dominar el peligroso límite del último instante de conciencia, pero con la práctica en pocos meses pudo alcanzar un manejo muy hábil y seguro del ejercicio. Así es que ahora todos los días abre la llave de todas las hornallas, deja que el gas inunde su pequeño departamento, se suicida unos minutos y luego sale nuevamente a buscar trabajo, extrañamente imbuido de un refrescante impulso vital.
3 comentarios:
Lo del suicidio ritual me da pavor. Me recuerda ciertas rutinas vacías de sentido que a veces nos obsesionan casi inadvertidamente. Sólo que no suelen dejarnos un refrescante impulso vital como saldo, más bien terminan matándonos un poco cada vez que nos sometemos a ellas.
Habitualmente paseo y leo por diferentes blogs, pero no suelo comentar, quizá por pudor o por pereza. Pero, en su caso, no puedo dejar de decirle que todo lo que leo en su blog, ficción o no, me resulta placentero y me da interés continuar leyendo.
Gracias.
Carol, bienvenida a los comentarios y gracias por sus conceptos. También soy lector de su blog donde encuentro más que interesantes aproximaciones personales.
Publicar un comentario