El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

abril 04, 2006

¿Estará mal visto escribir un blog?


Tiempo atrás, mientras escribía algunos posts sobre el tema del anonimato en la literatura -y en internet en particular- y paralelamente en varios sitios se abordaban facetas como la responsabilidad cívica e intelectual sobre la expresión escrita, me quedaron dando vueltas varias consideraciones laterales que de a poco me gustaría ir abordando.

En este caso quiero poner en foco algo que se relaciona más específicamente con aquellos que a través del blog han accedido por primera vez a una forma de escritura publicada, sin experiencias previas de esta naturaleza, o que no pertenecen a ámbitos donde es habitual la exposición pública del pensamiento o de las inquietudes creativas. Para quienes no han asumido la expresión como oficio social, las obras y las ideas personales forman parte de la vida privada –no de la pública-; convivir con su exposición es, para muchos, un asunto nuevo en la agenda que motiva sensaciones y temores muy especiales. Creo que sobrevuela todavía zumbando los aires cotidianos un extraño miedo a ser leído fundamentado en una realidad que pareciera ser más aguda de lo que uno suponía: que escribir –no ya un blog- es algo que, en muchas partes de la sociedad, está mal visto.

He notado que es posible –e inquietante- que la práctica de la escritura sea vivida por mucha gente casi como un acto clandestino, que es necesario ocultar y poner bien lejos de la vida social. Como si ser leído fuera ser descubierto en un pecado que adquiere distinta especificidad de acuerdo al contexto; y se puede llamar “bohemia desacreditadora de un perfil serio” en un ambiente digamos más conservador de “negocios”; o bien soberbia, banalidad o narcisismo en otro que presume de ser un poco más políticamente correcto. Los que necesitan cierta aprobación social para sobrevivir, es decir que deben ser competitivos a lo mejor en un medio para poder mantener o conseguir un empleo, o una clientela, necesitan pautas de conducta y comportamiento en función de expectativas determinadas, y eso se traduce en la incorporación de formas de negociar una tácita manipulación de la propia imagen.

Sumada a la incomprensión de parientes, amigos o compañeros de trabajo, me inquieta saber cual es realmente el nivel de descrédito de la actividad dentro del medio laboral. Exceptuando tareas específicamente relacionadas con la industria del entretenimiento, la educación o la cultura donde llevar un blog puede ser un antecedente positivo me temo que si alguien repara un C.V para aspirar a algún puesto de trabajo, se ocupe de ocultarlo celosamente y no exhibirlo siquiera en el rubro hobbies donde no dudaría en poner cosas como “lectura, filatelia, caza, tocar el piano, practicar deportes o ver películas de acción”. Hasta aquí nada nuevo, las actividades consideradas bohemias o típicas de gente con “inquietudes” son todavía evaluadas como indeseables y peligrosas para la mayoría de la gente que toma decisiones en el ámbito de los “recursos humanos” de una gran parte de las empresas. Uno supone de puro optimista que el nivel de imbecilidad represiva de los encargados de evaluar aptitudes laborales no puede ser tan alto como para considerar descalificador este detalle, pero cierta experiencia de haber tratado con ejecutivos de empresas industriales me hace ser muy austero en mis expectativas. Lo que me inquieta y sería un tanto novedoso para mi es pensar que la escritura sea la más sospechosa de todas. Si buscamos trabajo como analista de sistemas por ejemplo, confesar que tocamos el saxo en una banda de jazz o participamos de un grupo de teatro vocacional ¿será menos peligroso que decir que escribimos un blog de poemas? La única diferencia importante que veo es que aparte de la sospecha que se genera por el sólo hecho de tenerlo, la posibilidad de que los empleadores lean lo que uno escribe es demasiado fácil, y eso si que puede tener consecuencias imprevisibles. Me imagino a un estudiante universitario que riegue la web de opiniones controversiales contrarias a las de ciertos docentes decisivos en la aprobación de materias claves de su carrera, ¿no se instala una reticencia, por no decir un temor a ser identificado? O a un empleado que es autor de agudas filigranas proto marxistas, ¿tambaleará su puesto si su jefe neoliberal descubre para su sorpresa estas habilidades de su subordinado?

Se podrá objetar que estas especulaciones parten de un supuesto demasiado pesimista respecto de las hidalguías promedio de la gente, puede ser, pero en estas materias he comprobado que el pesimismo paga bastante más que el optimismo. Un mundo basado en la conducta como imagen manipulable que busca el acomodamiento de los perfiles a las expectativas de cada entorno particular, no es un buen lugar para el intercambio de personalidades desnudas, libres y soberanas.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Está bueno el punto de vista que proponés: no es lo mismo escribir que tocar el saxo, porque al escribir arriesgás interpretaciones del mundo que evidencian la contingencia de otras. La contingencia es inaceptable para "El Poder" (lo pongo así para abreviar violentamente)

Tino Hargén dijo...

Exacto Pablo, esa es una de las clave a explorar, como la escritura es diferente a otras expresiones porque implica casi un acto de Full Monty social, un grado de exposición medular y carnal que compromete casi como ninguna otra nuestra propia versión del mundo, de proyecciones insospechadas para quién las recibe.

Anónimo dijo...

¿Acaso tenemos todos que pasar por el tamiz de la globalización, hasta para expresarnos libremente? ¿Dónde queda el concepto de libertad, entonces? Francamente, que el blog se haya convertido en un acto de conciencia propia me parece de lo más adecuado. Que eso pueda ser censurado o criticado, que se tenga una visión subjetiva de quien lo escribe, ya sea autor de poemas, de prosa, de información o de ciencias... simplemente que ese mismo autor sea susceptible de ser etiquetado de un modo u otro, hace que me plantee que la sociedad nos pretende robar más de lo que ya lo hace, pretende quedarse (y no sólo eso, sino manipular) la propia libertad y derecho a la expresión. No creo que los seres individuales tengamos que doblegarnos ante eso, ni ante nada que nos mutile. Si al escribir se interpreta el mundo, y si eso no gusta, que el mundo se pregunte si realmente funciona como debe.

Vero dijo...

Muy bueno, Tino. Justamente hace unos días corregía una nota (laburo de correctora en una revista) y endemientras reflexionaba en cómo pasaban las horas mientras plumereaba esos textos aburridísimos. Escribí algo, algo cortito, y antes de subirlo al blog no puede evitar pensar: Oia, ¿y si esto lo lee el director?

Tino Hargén dijo...

De acuerdo Isabel, el derecho a la expresión debe ejercerse y hacerse respetar, nada de dobleces, en absoluto. Y no es privilegio de ninguna casta, oficio o profesión.
Sólo que esta sociedad adopta grados y modos de coerción diversos que pueden llegar a esa condicionar gravemente esa expresión.

Asi es Vero,esa sensación ronda porque desgraciadamente sabemos que existen actitudes oscuras e intolerantes frente a la expresión.

Gracias por sus comentarios.

Anónimo dijo...

apuntes yóicos al margen:
- cuando digo que tengo un blog no levanta mucha sospecha. para eso hay que sostener una actitud sospechosa eternamente, lo que en mi caso es un hecho natural.
- yo estaba hecha de blog, antes que el blog existiera. es decir, todo un ejercicio de acotaciones fuera de lugar, falta de criterio en el decir, todo un desparramo repentino en el hacer.
- nadie espera demasiado, nadie comprende demasiado, y sigo, ya que dificilmente pase un test de Rorschach (manchas que nunca deben parecer murciélagos).
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Muy bueno Tino, a pesar de mis pavadas.

Carlos dijo...

Yo en el trabajo hago tantas cagadas que cuando mi jefe ve que estoy escribiendo para el blog se pone contento y apenas lo puede disimular.

Anónimo dijo...

Se me ocurre algo más:

En un contexto donde la "reproducción de la vida material" está en riesgo real por la acción de un gerente de RRHH o un gerente a secas, el derecho al anonimato es un recurso adaptativo para la supervivencia que asegura, "a la final", la multiplicidad de voces. Hacerse inmolar con nombre completo no es coraje, es estupidez.

Y aumenta el silecio.

Anónimo dijo...

Hace 15 años que trabajo en RRHH. Mi caso es particular porque mi gerente llegó a pagarme por un poema, el cual escribí en mi horario de trabajo, por supuesto.
Creo conocer el pensamiento de esa gente, y puedo recordar las opiniones que realizan después de una entrevista a un potencial candidato:

Tiene el pelo largo (es sospechoso, un vago)
Canta salmos a capela los domingos en la iglesia (es puto)
¿Toca el saxo? (¡Que lindo!, pero los lunes este no viene a laburar)
Pircing, pelo de otro color, ropa con insignias (Jamás se realizó esa entrevista, al candidato se lo manda a bañar, cuando vuelve, sí vuelve, se le dice que la vacante fue cubierta)
Escribe (¿dónde?, ¿qué?, ¿para quién?) Esto es automático: ¿PARA QUIÉN?.

Recuerdo un caso que la novia de un técnico trabajaba en un periódico en la zona sur de Buenos Aires, la empresa estaba en conflicto por una negociación salarial. Salió una nota en el periódico al respecto. El técnico fue inmediatamente “desvinculado de la organización”.
¿Qué injerencia tuvo?. Jamás se sabrá, pero por las dudas…

Hay algo fundamental para entender estas cosas, las empresas son un negocio que requieren un “perfil integral de la persona” acorde con eso. Sí tu veta pasa por pensar o actuar en contra de ese sistema entonces hay que hacerlo con carpa o desde afuera.

Una investigación interesante es saber qué hicieron todos los “Responsables del Personal” durante la dictadura militar. ¿O acaso no fueron los primeros que marcaron a los obreros y sindicalistas? ¿Acaso no fue ahí donde hubo la mayor cantidad de desaparecidos?. ¿Ustedes piensan que hoy todavía no están a cargo de las gerencias más importantes realizando asesoramientos sobre políticas laborales?

Ahhh!!!, siempre sentí que me tendría que haber dedicado a la geología.

Saludos.

Tino Hargén dijo...

Después de casi una semana sin poder bloguear casi, gracias a todos por los comentarios.

Pablo, hmmm.tu comentario último me deja en duda, de acuerdo con que hacerse inmolar es alimentar al enemigo, pero esconderse siempre ¿ no es eternizar una situación injusta?, hhhm, para pensar.

Experiencia muy interesante la tuya Sandra ( de paso bienvenida ! )

Anónimo dijo...

Exacto, Tino. En algún momento uno debe decidir qué es lo que le hace mejor el juego al "enemigo" y qué se lo dificulta más. ¿Será mas bien una cuestión de táctica?

Che, excelente la serie que estás escribiendo, ahí estoy degustando el nuevo post sobre si ser leído será un lujo....

Jorge Alberdi dijo...

¡Cuanto de lo que escribís en este post me toca de cerca!
Algún día nos conoceremos personalmente (nos lo debemos) y te cuento.
Un abrazo

Tino Hargén dijo...

Jorge, por supuesto que nos vamos a encontrar pronto

un abrazo