El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 02, 2005

Todos los egos el ego (III)

Segunda estación: el mercado.

Ocurren ciertos sucesos que provocan el traslado. ¿Buscados? Si y no. Para que negar que si, en definitiva el sueño del reconocimeinto y la instalación en la elite cultural forma parte de casi todos los imaginarios, menos uno. Sin embargo hay deseos que no son obsesivos. Puede que el fenómeno suceda de forma casi accidental. Como acogerse a alguna moratoria galáctica que permita ser alcanzado por los rayos de algún estrellato; relativo, circunscripto, moderado, pero estrellato convencional al fin. Ganar algún premio, o abrochar cierto trato fructífero con alguna persona influyente para integrar el plantel en algún medio de primera división, o vender unos miles de ejemplares del ejemplo, o hacer alguna exposición justo en el domicilio de Dios. Sobreviene un proceso que desde una óptica racionalidad argumentativa definiría como de desamateurización. Una eyección desde el túnel de la línea C hasta la terraza del Sheraton. Una regurgitación del ego liberado de los demonios y gusanos que lo aplastaban para enterrarlo en la dimesión sobrecogida. Y sobreviene un ascenso tan abismal de la generación energética de las represas de autoestima, que se acaba por sentir repugnancia de cualquier noción de solidaridad. El otrora mundo de algodón fosforescente del under se transforma en una lejana nostalgia compasiva ante el seductor nuevo cosmos que envuelve desde los pies hasta los sueños. La mudanza al umbral de lo consagratorio funciona como una especie de acto de graduación impúdico, que se extiende no se por qué razón a la esferas intelectuales, sociales, y hasta físicas. Es que cuando la gente vende y frecuenta los círculos del éxito hasta parece más hermosa. Están ahí nomás, a pasos de habitar aquello que tiene el irreemplazable sabor victorioso de ser lo-deseado-por-los-otros. Instalarse en una configuración central, ser parte de la sustancia envidiada y no de los residuos compadecidos ( compadichos?).

La cadena de conquistas se abre voluptuosamente progresiva: desde pomposas reputaciones como referentes de una generación cultural, hasta parte de la nueva no se que mierda argentina o latinoamericana. Los argumentos estaban listos, basta convocarlos, sólo que no estaban en uso. La reinvindicación del estrellato recupera como naturales los discursos que siempre estuvieron allí para ser usados, como los muebles de una habitación de hotel desocupada por falta de huéspedes que les de el cuero para ello. Lo que vende no es tan malo, por supuesto, vaya verdad, y en realidad la verdadera cultura es la que llega a la gente, ah! la gente!. La otra son puros engreimientos del under, no garantidos de calidad, a menudo sobrevaloradas obras producto más del enamoramiento de la crítica de su condición marginal, que de alguna despiadada sentencia con fundamento crítico. Porque en realidad, contaminada de la sobreactuación a la que se ve obligada por la necesidad tan brutal de llamar la atención, la escena under se constituye en unas divisiones inferiores futbolísticas. La cultura comercial a menudo pasa el tamiz de la aceptación popular, y descansa sobre los pilares de los formatos eternos, los tipos narrativos sobrevivientes, poderosos e incuestionables cimientos consolidados a través del entierro bien durito de carnes y más carnes de masas. Se hallan incorporados a la memoria colectiva de los pueblos. La cultura mainstream, criticada por ser esclava voluntaria de los esquemas seguros, por evitar el riesgo, es oscurecida injustamente al reconocimeinto del talento que debe existir para montarse sobre estructuras existentes y carcomidas por el abuso, y armar una nueva versión a pesar de ello.

Que no llame la atención está interesada ambigüedad que describo en ambas estaciones. No hay en juego enanismos éticos sino meras dependencias perdonables de líbidos fabricantes de rumbos.

6 comentarios:

xenia dijo...

Este post y el anterior y el anterior hablan de algo que me obsesionaba el año pasado, y a comienzos de éste, pero ya no. Ya no podría asegurar que las cosas funcionan así como vos decís. Las teorías conspirativas que explican por qué nos va mal son como la idea de Dios: conforman y gustan a muchísima gente porque, al no basarse en pruebas, al no ofrecer datos que refutar, resisten cualquier verificación. Son pura cuestión de fe. Pensar que me va mal porque a alguien allá arriba no le gusto: qué tranquilidad. Me parece más sano afrontar la incertidumbre de no entender qué falló. Y mientras tanto seguir luchando. O, llegado el caso, rendirse. La vida humana es un enigma. Moriremos sin haber entendido jamás qué mierda fue lo que nos salió mal. Como dice Peter Sinfield (no confundir con Jerry Seinfeld, que es otro genio) "Confusion will be my epitaph". Lo único más o menos estadísticamente comprobable que se me ocurre en relación con esto es que a los escritores que les va muy bien es porque entraron al establishment desde muy jóvenes.
Los demás no tenemos ninguna chance pero bueno, paciencia...

Tino Hargén dijo...

Me parece que la interpretación que vos tomás no es la idea central ni la intención de los posts, al menos en el enfoque que parece vos le asignás. No pretenden quejarse de nada, sino mostrar como operan los mecanismos ideológicos con el deseo de un productor de cultura. No hay teoria conspirativa alguna. Es más, ni siquiera tomo partido por el mundo under, que suena quizá como el que más me impresiona positivamente o pueda verse como "victimizado", me interesó ver la mutación de esos libretos. Se iba a llamar "Los discursos mutantes" ya que creo que se acomodan a la situacion en pos de disfrutar tanto de la atmosfera del fracaso como del exito establecido. En el under a veces el "hambre" y la falta de compromisos contribuye a ser más honesto tanto como a caer en las peores bajezas, lo mismo ocurre en una posicion de establishment, puede ser vivida como oportunidad para relativizar su necesidad o como para hacerla inevitable, como necesidad de permanecer " puesto que estoy ya me debo a esta lógica, necesito permanecer".

No pensé en la proyección que le das vos al post, voy a "elaborar" mas tu planteo y despues te comento.

Lo de "todos los egos..." trata de mirar desde otro angulo la competencia y la relación de nuestros egos con los de los demás, a nivel filosofico diria. La necesidad de anulación del rival es un dato de la realidad dentro del sistema,una necesidad que plantea su lógica y creo que es como esbozé en el articulo de kaputt, una carga compulsiva, estamos obligados a creer que nuestro ego es mas poderoso que el de los otros para tener deseo, algo asi seria dicho acá, después de cenar y tomarme una Quilmes enterita.

Gracias por el comment Chenia

Tino

Miguel P. Soler dijo...

Un poco para contestar a Xenia, y un poco para contestarme a mí mismo; creo intuìr que no es necesariamente una cuestión conspirativa (hasta ahí), ni que algo falla para ser fatal después de los 30 o 40 años (¡qué diría don Gesualdo Buffalino entonces!) El problema es que el libro no llega al lector. Que en el medio está el mercado establecido o el mundillo under; que sólo es la evidencia de que tu libro no encontró el canal. El canal hay que formarlo. Veo dos maneras: la Agregación y la Erosión. Esta última es por insistencia: producir y producir hasta formar el canal, y su ejemplo más claro, es César Aira. La Agregación es juntarse: fundar una revista, una editorial, un grupo de escritores afines, e insistir como una "patota" a establcer un canal alternativo y grupal (¿banda ancha? ¿patota literaria? ¿mafia florida?) Pero en todas hay que producir, y producir, sin titubiar y sin esperar (necesariamente) reconocimiento o un espaldarazo. Sí, es cierto que algunos ni la sudaron. Pero otro llegaron gracias a la persistencia o a la indiferencia. Es un poco esquemático mi análisis; pero la complejidad siempre se puede reducir a dos fuerzas simples y contrarias.
PD. ¿Qué pasó Beatriz con esos cuentos en estado larbario en tu blog. Cuándo podremos leerlos enteros?
Tino, pareciera ser que el "Under" es otro círculo de este infierno del mercado, con su juego de castas y sus reglamentos acerados. Pero siempre la intención mayoritaria es la misma: cambiar de nivel, jugar en primera (el ego sobre los egos.) Pero no lo tengo muy meditado. Pero si estoy seguro, que uno tiene que seguir escribiendo y rotándolo. Y producir, por supuesto.

Saludos a los dos.

Omar dijo...

Si uno es feo, las luminarias no alcanzan. Si escribe "bian", tampoco. Para saber del amor no es necesario el éxito, ni ser leído. Para levantarse minas, tampoco. En síntesis, llegar a un BMW serie 1 es del orden del imaginario social, no del literario. La cuestión es no quedar ciego con la luz del mercado. Y tener un amigo que nos lleve a pasear en el BMW.

Tino Hargén dijo...

Hernán:
Suscribo lo medular de tus ideas, y tu análisis viaja en la misma orientación que el mío.
Trabajar sobre la mediatización entre el arte y los consumidores del arte, asumiendo que los cambios tecnologicos y sociales puede que hagan que la categoria de prosumidores de cultura ( término que vengo leyendo aunque no en el mismos entido que el doy yo ) sea la que prevalezca, y ese intercambio entre prosumidores contituirse en si mismo como un contenedor-dador de espacios suficiente.

Mientras exista el "mercado central" siempre va a existir esa flotadora y ambigua condición del under: como fin en si mismo, y a la vez como divisiones inferiores, el tema ahora que ese "mercado central" está sufriendo mutaciones de dificil pronostico y puede que deje de existir siquiera como posibilidad. Habrá que ver.


Omar: el problema para mi es al revés, es tener un amigo con un BMW!!! ;-) Si no lo ves de cerca, es algo alejado y no le das bola, ahora si un amigo te viene a visitar con uno te agarran unas ganas!!!!!!!!

Gracias a todos por los comments!! Y por ponerme los links en sus blogs!!!!

Tino

Omar dijo...

Lo bueno es que uno tiene la opción (que el amigo no tiene) de, si tenemos el dinero para comprarnos un BMW serie 1, optar por gastar el dinero en un insólito viaje por el mundo. Regresar sin un peso, sin ninguna culpa, sentarnos a ver pasar los nuevos modelos de autos pensando en lo bueno que estuvo el viaje.