El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 27, 2005

Blog S.A.

Daniel Massei en su blog se ocupa una vez más del tema del anonimato en internet. Aunque le sorprenda a él tal vez, estoy de acuerdo en mucho con su visión del tema. Es una mierda tener que enfrentar un debate frente a máscaras sin ninguna referencia cuando se ha expuesto el nombre y apellido o bien el nombre habitual con el que uno es conocido e identificado frecuentemente. Tener que dar crédito a todas las intervenciones que ni siquiera se molestan en ponerse un nombre de fantasía es una cuestión muy irritante.

Exponer una explicación seria del por qué del uso tan generalizado del anonimato en internet en general, y en foros o espacios de publicación de ideas como el blog en particular, es algo bastante complejo que requeriría investigar ciertamente cuantiosos materiales y datos, además de analizar el costado psicológico del problema con ayuda experta. A nivel de sencilla reflexión y circunscribiéndome al blog, creo que el miedo en cualquiera de sus formas es la causa principal, seguida de seducción sensual que da el juego de roles, el simulacro, las trampas y la manipulación de reacciones de los lectores. Si hiciéramos trackings de los IPs y servidores desde donde se mandan los mensajes –con ayuda de algún hacker amigo por supuesto, y así y todo hay sitios que permiten descubir bastante y otros no- nos encontraríamos seguramente con muchas perlas, mucha gente que manda anónimos puede que sea de nuestro círculo íntimo y participe con su nombre en otras circunstancias, sólo que aquí usará el anónimo para pegarnos golpes bajos que de frente no sería capaz de afrontrar para no quedar expuesto ante nosotros y todos los demás que lo conocen. Se trata en este caso de una autocensura que opera desde el pudor de cuidar la imagen de buen tipo que se ha ganado, o de equilibrado razonador que no muestra la hilacha del polemista. En otros casos esa autocensura puede obedecer a razones de especulación táctica; si se trata de discrepar con alguien con el que no se debe quedar mal bajo ninguna circunstancia, sea por deudas de favores recibidos o apetencias de favores por recibir. Obvio que también hay descolgados y oportunistas sin más intención que joder un poco, ya que armar bardo y ver las reacciones que se suceden suele ser un entretenimiento muy pero muy divertido.

El lado positivo, si hago el esfuerzo de verlo, es que pone en contacto con una realidad que permanecía sumergida, cuantas veces ese mismo que manda un anónimo ha estado en uan biblioteca, ha hojeado un libro o una revista y habrá pensado “que gansada, mirá lo que escribe este pelotudo”, pero el autor ni se enteraba, ahora el lector este tiene la posibilidad de hacértelo saber apretando un botón.

Lo que me parece muy importante diferenciar es el anonimato del uso de seudónimos. En mi caso uso seudónimo pero no soy anónimo ni mando anónimos, envío todos mis textos igual y la decisión de usar un nombre diferente es una elección de puro gusto personal y no tiene nada que ver con el anonimato, miles de personas usan seudónimos para algunas de sus actividades, y deciden cómo, cuando y a quiénes le revelan su nombre y apellido verdadero, que implica el acceso un grado de intimidad. A figuras célebres como Mark Twain o Pablo Neruda por recordas algunos, no se los podría acusar de haberse escondido en el anonimato por ello. En mi caso soy siempre el mismo y si aparece la ocasión de firmar o dar a conocer ni nombre verdadero lo hago de acuerdo a la evaluación de las circunstancias. Igual no niego que de mantener el anonimato uno se reserva una considerable protección contra varias plagas: que por lo que escribiste te agarre un fanático o chapita y te quiera cagar a palos, meterte un juicio o denunciarte a la DGI, amén de otros fantasmas del pasado setentero que pueden rondar.

Otra cuestión importante es no olvidar la desprotección en la que se encuentra alguien que publica sus ideas sin ningún tipo apoyo corporativo ni gremial. Supongamos que un tal Juan Gómez de Lanús publica ideas que lesionan u ofenden intereses de grupos que se mueven con cierta impunidad y acostumbran a defenderse con métodos, digamos, bastante más que persuasivos, y deciden averiguar quién es y darle un apriete. ¿A quién le va a cantar Juan Gómez, a la Sociedad Interamericana de Blogers?? No habrá corporación periodística ni intelectual con repercusión mediática que lo incluya para salir en su ayuda. Hasta que los blogers no sean reconocidos y amparados como parte de cierta “no se qué” perteneciente al campo del derecho a publicar las ideas, no existe protección alguna. Y en este país no tener el apoyo de un nombre con cierto reconocimiento y respaldo institucional puede resultar una debilidad altamente peligrosa.

Respecto de la lectura de los textos de parte de los demás, cuando no se tiene Nombre, poner el verdadero o uno inventado no hace demasiada diferencia: la respuesta va a ser la misma en ambos casos y será en tono de pregunta: ¿Y vos quién carajo sos?

9 comentarios:

Daniel dijo...

Tino no me vas a convencer. Conozco y reconozco todos los motivos posibles para optar por mantener el anonimato y aún así prefiero plantearme en desacuerdo. La única respuesta posible al ¿y vos quién carajo sos? es: yo soy yo. La segunda primer persona, a mi juicio, debería ser siempre reemplazada por el nombre y apellido.

Por último, un nickname tiene muy poco que ver con un seudónimo literario, ahí te noto una confusión. No se trata del mismo método y ni siquiera creo que respondan a la misma motivación.

Tino Hargén dijo...

No te quise convencer, traté de repasar algunas posibles razones.Aparte parecés bastante cabeza dura vos como para intentarlo ;-)

Mi última frase del post trataba de poner en evidencia que el anonimato es algo más que un nombre falso o escondido, se es anónimo también usando el nombre propio que no tiene Nombre, no tiene identidad registrada en una mínima referencia, para la mayoría de los lectores ese texto firmado por un nombre desconocido es un equivalente funcional al anónimo, como tal es recibido.

Lo del seudónimo si creo que no debiera confundirse con el anonimato, y vos los confundís me parece, o al menos no los diferenciás de modo claro. Jugar con el anonimato es no tener referencia alguna de identidad que respalde y responda por lo que escribís. Usar seudónimo es algo muy diferente, si se responde por ese seudónimo con la propia individualidad no veo la diferencia sustancial con la firma responsable del nombre verdadero del DNI.

En cuanto a la crítica a los que usan anónimos como forma de enviar mensajes creo que estamos de acuerdo, y yo a lo mejor diferencio algunos grados y matices: los peores y más repudiables son los que firman con sus nombres reales habitualmente pero en ocasiones mandan anónimos para causar algún efecto, y los que jamás responden por sus escritos y usan el anónimo ( o los nicknames) como juego perverso para manipular las reacciones emocionales de los demás. A estos los considería realmente "enfermos". Conozco casos de gente en foros, listas de correo, chats con 6 o 7 identidades, construyendo fábulas de ningún modo inocentes, sino tratando de producir daños sensibles a determinadas personas, entrometiéndose en lugares para crear conflictos,etc, los llamaria ( no trolls como se los conoce habitualmente )hackers de relaciones y comunicaciones.

Con los que soy un poco indulgente es con los que guradan su nombre por pudor, por sentirse inseguros en un medio público, por miedo a que lo carguen sus compañeros de trabajo, o por miedo a exponerse a represalias judiciales.

Es común de muchos comunicadores y periodistas muy famosos y públicos, "apretar" a un oyente que llama por radio por ejemplo pidiéndole que revele su nombre ante algún mensaje o denuncia un tanto fuerte. Me parece una maniobra reprobable, ya que el comunicador goza de la protección de su condición y el oyente no, está desprotegido. Y lamentablemente son los mismos periodistas estrellas que después, cuando les conviene a sus intereses, le dicen a algún informante que garantizan el anonimato de la fuente con tal de obtener la información. Grosera contradicción.


En fin, un temita que da para más, gracias por escibir Daniel

Tino

Mori Ponsowy dijo...

Tino, estoy bastante de acuerdo con la primera parte de tu artículo, pero coincido con Daniel en relación a los pseudónimos. Por otra parte, no deja de ser peligroso eso de que "hasta que los bloggers no sean reconocidos y amparados como parte de cierta “no se qué” perteneciente al campo del derecho a publicar las ideas, no existe protección alguna". Estoy segura de que desde el momento en que los bloggers sean reconocidos como gremio y pasen a estar amparados por algo, perderemos la libertad que tenemos ahora. Cualquier tipo de "protección" se obtiene a cambio de ceder libertades. No estoy muy segura de que queramos eso.

Tino Hargén dijo...

Gracias por escribir Mory!!!

Bueno, la interpretación que das sobre mi última parte del post introduce un elemento muy interesante, es cierto que la pertenencia a esos estamentos " corporativos" tiene sus costos negativos y existen libertades que se pierden en el camino. De todos modos, sin entrar a analizar las implicancias de esas estructuras en el sentido que vos señalás - tema super interesante para tratar en si mismo- , mi mención no trataba de tomar partido ni implicar un juicio aprobatorio sobre esas estructuras en si, ni tampoco un nivel de propuesta de "agremiación" en el sentido tradicional, sino solamente evidenciar el especial estado del ciudadano publicador nobel y desnudo de ideas, que irrumpe en el ejercicio de la libertad de prensa en un medio que parece de juguete por su fácil acceso, pero que lo puede exponer a niveles de publicidad impensadamente altos.

La mención de un "no se que" es precisamente un planteo abierto de imaginar algún tipo de instancia de pertenencia "protectora" donde bien se podrían analizar con ánimo superador, esas cuestiones negativas que vos mencionás.

Tino Hargén dijo...

Perdón, en el comment anterior lo correcto que debe leerse es:

".....sino solamente evidenciar el especial estado del nobel y desnudo ciudadano publicador de ideas"

Mis disculpas

Reina dijo...

el tono de este comment es de cierta liviandad y sin embargo no lo pienso evitar.
Por ejemplo, cuando Daniel me invitò a ser parte de un blog escrito entre muchos, todos usábamos un nick como parte del `contrato`de lectura de ese espacio.
Cuando ante cierta tentaciòn personal y cierto empuje ajeno empecè mi propio blog, Daniel me dijo que no lo linkearia sino ponìa mi nombre y apellido. Me pareciò irrelevante,y por supuesto acccedí.
Quiero decir: es una enorme ventaja, supongo, no ser "nadie" ni en la blogsfera ni en el mundo literario, no tener prestigio ninguno que corra peligro.
Estoy segura de que alguno habrá para quien un nick o un nombre sea un buen escondite, y tampoco me preocupa como lectora.
Tiendo a leer pensando que el que "dice" en el blog no es necesariamente el mismo yo que està tras la compu...¿no hay siempre una construcciòn ficcional?

Tino Hargén dijo...

La posición de Daniel por el nombre y el apellido en internet la respeto, la comparto y la apoyo en muchas de sus facetas, pero en lo que discrepo por ejemplo es en eso de pedir "si no ponés tu nombre verdadero no te linkeo" porque lo considero invasivo con el otro. De hecho yo tengo su link de mi blog y él no tiene el del mío, y no me importa ya que lo puse por la calidad de lo que expone y no le pedi documentos.
Igual aunque discrepe en ese punto respeto su decisión que intenta ser coherente con su postura.

Cuando fui invitado a Kaputt dominical me indicaron la regla de que se trataba de articulos firmados sin seudónimos, la acepté y firmé Julio Zoppi que es mi nombre y apellido real, porque me pareció una norma que hacía al "contrato" grupal de los miembros y como tal debía aceptarla si quería estar presente en él, pero insisto en que usar seudónimo no es jugar al anonimato ni esconderse. ¿cual es la historia si Tino Hargén o Mongo Aurelio responden por ese nombre? La decisión del nombre con el que te das a conocer en un medio es tuya, privada, por más que parezca uan boludez es una decisión personal íntima. No se está contratado por nadie, no es una cuestión legal, por eso me parece equivocado que se lo asocie al anonimato-máscara. Si en mi caso creyera que fuera interesante conocerme con alguien más allá de la actvidad de publicador-lector, podemos escribirnos mails ( como hago con varios ) o bien juntarnos a tomar un café, les daré la mano y les diré acá está "Tino Hargén", alguna inquietud? ¿Eso es esconderse? Después si viene al caso les contaré mi nombre del documento, mi equipo favorito, les muestro la foto de mis dos hijos, y si les interesa hasta les puedo contar si soy monotributista o IVA responsable inscripto, depende el grado de intimidad que me parezca adecuado exhibir. El uso de seudónimos en tareas públicas es algo antiquísimo y común ( actores, escritores, cantantes, periodistas, etc, etc, etc ), y nunca creo que se asoció a "esconderse" salvo algún caso de alguien con un nombre muy público en un ámbito que quiso evitar que lo identifiquen para no mezclar expectativas.

Si Daniela, creo que siempre hay una construcción ficcional, y el nombre puede o no ser parte de ella.

Daniel dijo...

Está muy bien que se quiera ser indulgente con aquellos que sienten pudor, verguenza o lo que sea. Lo que está mal es que se pretenda obligarme a mí a serlo. No me interesa ser indulgente. O peor aún, puedo respetar la elección del anonimato desde el plano individual (cada quien que haga lo más le plazca) pero desde lo colectivo me parece una verdadera cagada que posibilita que mucha gente pase por muy incorrecta en Internet y no pague ningún costo real por serlo. Tengo derecho a elegir con quien dialogo, creo. Si lo pensamos un momento, no poseo la llave de ninguna otra cosa que no sea mi sitio personal. Precisamente, como no creo que se pueda "ser alguien" en la blogósfera (me parece francamente un contrasentido que se pretenda ser alguien y al mismo tiempo evitar que se conozca la verdadera identidad) elijo con quien conversar y converso sólo con nombres y apellidos o seudónimos a la vieja usanza. El caso de Daniela es distinto porque la conozco desde antes, Tino leé bien lo que te dicen, y entonces me sentí en la obligación de aclararle mi política, invasivo las pelotas, con mi espacio hago lo que quiero tanto como vos o como cualquiera y lo que yo quiero es dialogar con gente que se responsabiliza por todo lo que dice y que es capaz de meterle el cuerpo, el nombre y el documento a lo que escribe. Y no me parece que exista ninguna clase de responsabilidad posible detrás de un nickname que se puede cambiar cada media hora.

Y Tino, seguís confundiendo el uso de un seudónimo con el nickname, te lo explico así: Andrés Rivera es un seudónimo, Tino Hargén no porque fue creado como una identidad ficticia para Internet y nada más que eso. Y si a Andrés Rivera se le ocurriría escribir un blog, equipararlo sería de un grado de injusticia enorme. Por supuesto utilizo tu seudónimo como ejemplo pero con cualquiera funcionaría del mismo modo.

Ahora, hay una última pregunta en torno a todo a esto y es ¿désde cuándo el pudor y la elaboración de literatura son compatibles? A mí me sorprenden esos sobreentendidos parece que tengo que venir yo a recordarles; chicos, si quieren escribir el primer enemigo a vencer es el pudor.

Tino Hargén dijo...

En filosofía -no se donde cazzo lo lei- hay un principio que me pareció piola: "demostrar la falsedad de una proposición no implica necesariamente demostrar la verdad de su contraria"

Daniel, que yo no elija tomar un determinada actitud por considerarla invasiva no equivale a acusarte de invasivo a vos por preferir que alguien ponga su nombre verdadero. El "las pelotas" está demás me parece, si es para rechazar algo que se leyó como imputación, ahora si es para reafirmar tu postura está bien, aunque creo que ya está clara y no me merece el más mínimo reproche.

Luego, donde seguimos en un disenso llano y redondo, es en el tema del seudónimo y el nickname. El ejemplo que vos ofrecés de Andrés Rivera yo lo usaría para demostrar -paradojalmente- mi forma de ver el tema, me parece idéntico a cualquiera que escoge un seudónimo para publicar en internet. Para mi la diferencia que vos no ves o no compatís es que la que trataré de exponer:

Pseudónimo: Nombre diferente al real y civil escogido para ser usado en actividades de exposición pública. No implica trasnformismo ni alteración ni simulacro de la conducta y el pensamiento verdadero de la persona. Ej: Si contesto como "Tino Hargén" a la pregunta "de que cuadro sos?" te digo "hincha de Racing", al igual que como Julio Zoppi o si me encontrás en la calle. Es una mera sustitución de nombre, no de ninguna caracteristica de mi identidad.

En esto no existe para mi diferencia si la persona publica un libro, en una revista, en un blog, un sitio web, canta en festivales o baila en el Colon.

Nickname internético: Nombre de fantasía mutable que se usa en lugar del nombre civil con el objeto de encubrir la identidad para conducirse publicamente pudiendo falsear el verdadero pensamiento o mostrando actitudes ficticias o que se prevé no serán respondidas con la propia identidad personal.

EJ. Me anoto en un blog como Popeye y me digo que mido 1,95, soy de ojos claros y me hago el facho para romperle las bolas a alguien, insulto a determinada gente, etc.

El pudor:
De acuerdo en lo conceptual, el pudor será una cuestión a superar, pero no me parece que pase tanto por el nombre, más bien por lo que se reciba de ser leído. En el caso de alguien que es leído por poca gente conocida, en que cambia afecta al pudor de usar un nombre u otro?. En mi caso, de la gente que me conoce personalmente me consta que leyeron mi blog 2 ( dos ) si, dos personas: un amigo y su esposa. Y les conté que escribo un blog a unos cuantos más.


Tino