El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

noviembre 09, 2014

Los falsos dueños de la libertad

Mirando a la distancia la caída del muro, podría decir que veo muy claramente lo bueno y lo malo derivado de ese hecho histórico. Lo bueno es que se terminó un régimen donde libertad había sido puesta en un segundo plano, una experiencia imperial artificiosa que pretendía imponerse por la fuerza y en razón de su sinrazón se fue desplomando sola. Lo malo es que el régimen rival se creyó el dueño de esa libertad, y convenció al mundo de que el único régimen donde podría tener lugar. Derivó de ello la nefasta fase de orgullo y ensimismamiento del capitalismo liberal, aquello del “fin de la historia” con su nombres pomposos como “globalización”. El pensamiento que llevó a considerar que el estado bienestar no había sido une mejora evolutiva humanizadora del sistema, sino una mera concesión temporal necesaria para aplacar las ambiciones populares exacerbadas por el enemigo comunista que ponía en peligro el sistema, y que entonces en la hora del triunfo y de un camino despejado de amenazas era preciso abolir aquella concesión desafortunada y buscar el retorno conservador a sus esencias más salvajes y excluyentes. 

 Antes del muro al menos antes tenía un enemigo contra quién luchar, un sistema contra el cual demostrar que era mejor. Tras 25 años de soberbia hegemonía, creyéndose definitivamente el único dueño histórico de ese afamado bien llamado “libertad”, ha seguido construyendo sin pausa una sociedad a la medida de sus intereses, sin la menor autocrítica por los estragos que su propia continuidad sigue provocando. Y entre varias formas de describirla podríamos decir que nos dejan una sociedad hipócrita, dividida en una versión “en blanco” impuesta a través de los grandes medios de masas donde se administra una versión principista llena de conceptos puros y deseables como libertad, democracia, pluralismo o derecho internacional, y una real “en negro” donde se opera salvajemente en pro de mantener los privilegios de un poder cada vez más enorme y más concentrado. 

 Ambos lados de corresponden a una nueva división del trabajo, el trabajo “limpio” y evolucionado se queda a dejar sus beneficios en la sede del imperio, el trabajo “sucio” necesario para que no se pare la máquina se lleva extramuros o allende los mares. El ejemplo puede ir desde agotador y bestial trabajo de fabricar zapatillas que es llevado a Asia, al de producir la droga clandestinamente para lo cual se prefiera a Latinoamérica, en los 80 fue Colombia, ahora es México. 

En su lado real o “en negro” sobresalen el mencionado tema del uso de sustancias estupefacientes y el manejo geopolítico relacionado a tener controlado el sempiterno oro negro necesario a raudales. Les interesa que las drogas sigan siendo un objeto de consumo masivo para terminar de moldear ese sujeto de masas necesario para cumplir sus roles en el sistema infinito de explotación y consumo, y en lo relativo al petróleo, han aprovechado a su favor como razón de sus brutales ocupaciones, los conflictos de un Islam que luce por comparación como una arcaica versión teocrática y autoritaria de sociedad. 

 Prefiero recordar la caída del muro como el fin del proyecto soviético, funesto, fallido y fracasado en los hechos más allá de las primarias intenciones. Nunca recordarlo como el triunfo del capitalismo ni de la apropiación final de la idea de libertad por parte de ese capitalismo.

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