El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

abril 25, 2013

Sobre la república judicial







¿Que subyace detrás de colocar el concepto de “república” en un orden tanto anterior como superior al de “democracia”?


Para el pensamiento conservador y derechista, que se reserva algún dejo nostálgico por las eras monárquicas, el concepto de democracia se presenta como esa tremenda pesadilla del avance de los tiempos que hace que las mayorías puedan gobernar aplicando su programa en contra de las estructuras establecidas, una verdadera falla potencial del sistema que cuando ocurre les hace la vida insoportable. En cambio por república entienden a un sistema de instituciones estables donde las elites poderosas nunca pierden el gobierno y pueden siempre reservarse el manejo a su antojo del poder y de los contenidos de las políticas a aplicar, dominando el sistema de elecciones para mantener la fachada democrática. La república implica un sistema que mantiene el principio del gobierno de las clases superiores sobre las inferiores, en cambio la democracia es un concepto que al habilitar funcionalmente la igualdad constituyen un latente peligro de desviaciones incontrolables. Si la fuerza liberada de la democracia abre las puertas al populismo, los restos duros de la república serían una especie de cerrojo ante esa posibilidad.


A la república la conciben como aquel gobierno de las élites poderosas que obtiene una controlada aprobación popular. La democracia puede volverse el gobierno de cualquiera, ese es el terrible espanto. La república sería la garantía antes los supuestos “excesos” de la democracia, el núcleo sobreviviente eterno de la añorada monarquía, último refugio seguro y feliz del conservadurismo. Por eso considerarán cualquier intento de democratizar la justicia como “El fin de la República”, en la convicción de que el Poder Judicial era el único que permanecía no contaminado por la idea de igualdad democrática, un poder libre de clases medias bajas y bajas, con mayorías de clases tradicionales y conservadoras, solo apto para distinguidos profesionales de prosapia, representantes de familias propietarias de buen pasar. En lo simbólico también el Poder Judicial es el último vestigio de la blanca monarquía extinguida, en su ámbito permanecen formalismos como “Su Señoría” o llamar a un tribunal superior “Suprema Corte de Justicia”. ¿De que “corte” y de que “supremo” estaremos hablando donde no existen los Reyes? ¿La Corte del Rey Arturo?


Ese republicanismo para tontos que leemos a menudo nos dice que “El Poder Judicial tiene la función de controlar los excesos de los otro dos poderes” ¿Y los excesos del Poder Judicial quién los controla? Pero olvidemos esa pregunta por ahora y analicemos otra frase más prometedora aún que es la que dice que el Poder Judicial es “El Guardián de la Constitución”. La frase aparece muy sabia, producto de una mente brillante que pensó en un sistema de compensaciones que terminara en el equilibrio. Pero detrás de esa idea está la realidad histórica que le hace perder todo el peso de tan virtuosa solemnidad. Puede que funcionalmente el Poder Judicial sea en efecto guardián de la constitucionalidad, pero no es independiente del poder político mayoritario. El pensamiento conservador lo concibe auto referente y exento del control popular y lo presenta falsamente "independiente", que lo sería si fuera elegido por el Pueblo en elecciones diferentes a las del Poder Ejecutivo y Judicial, como si sus miembros provinieran en origen de otro lugar diferente y alejado del dominio de la política. Pero el Poder Judicial resulta de la elección de los jueces que la Constitución establece sean elegidos por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Legislativo, entonces ¿qué es lo que se busca en ese falso sentido de independencia política totalmente desmentido en el origen? Se busca precisamente que se convierta en “independiente” de los vaivenes electorales para mantener su condición de representante del stato quo político inicial, que refleje eternamente la realidad política determinada y particular del momento de su origen, que preserve la hegemonía existente en el momento histórico de la designación. Esa fue la intención de los conservadores constituyentes de 1853, y ese es el espíritu que fue modelándose a través de los tiempos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo tenemos una seudo democracia, que nos hacen creer, para idiotizarnos, mientras " el poder" resuelve la vida de todos los argentinos, entronizados como si fuesen "los enviados " de un poder superior.