El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

febrero 05, 2011

Quebrarse


En los últimos años me he percatado que se ha vuelto un lugar común en los medios el empleo de la expresión “quebrarse” para referirse a situaciones donde una persona expresa algún sentimiento íntimo que implica un reconocimiento a su estado emocional, que puede incluir el llanto en muchos casos o simplemente la muestra gestual y verbal de emociones íntimas que terminan revelando una capa contrapuesta a la normalidad de un discurso que pareciera encubrir esa realidad bajo un manto de ficción o vedarla de su lista de acciones permitidas, esperadas e incluso buen vistas. Tanto que se gastan energías dialécticas en pro de defender valores como la igualdad, la no discriminación por género, raza o grupo social, y en contra de morales autoritarias, de violencias y autoritarismos enquistados de todo tipo basados en el desprecio de la humanidad y la entronización de la crueldad hacia el otro y de la manipulación, parece llamativo que este nefasto lugar común gane territorio como verdad de sentido común.


El origen de la expresión responde al más perverso de los fascismos en general y al más conservador de los machismos militaristas en lo particular, sin embargo es repetida y consentida por personas que se dicen muy “progresistas” y de pensamiento muy evolucionado.

¿Por qué mostrar un sentimiento se asocia al “quiebre” de la persona, como si hacerlo significara rendir la fortaleza de su personalidad? Pues se supone que existe el concepto social de una supuesta normalidad, una integridad, una “entereza” obvia de la persona que se basa en reprimir determinados tipos de sentimientos a los que se considera una falla, un punto débil por lo tanto repudiable. El sentimiento es cosa de flojos, solo admisible como una licencia que se permiten los maricas pero no admisible personas íntegras, “enteras”, que no deben demostrarlo ni darlo a conocer ni menos considerarlo algo valioso, porque hacerlo significa la pérdida de un capital simbólico de excelencia, significa el “quiebre” de su reputación personal, de su liderazgo, su ruptura, su colapso, su abandono; en otras palabras su más vergonzosa derrota.


Prevalece todavía un tópico axiológico de tipo machista-militarista que define a las emociones como un lugar de vulnerabilidad del ser humano. El ser humano “fuerte” es aquel capaz de denigrar sus propios sentimientos y volcarlos al tacho de basura de su escala de valores. No se considera a esos sentimientos dignos de representar a la persona, se los concibe como “debilidades” que no deben reconocerse ni mostrarse. Otro concepto subyacente como valor es el supuesto "equilibrio" que se demuestra no "dejándose vencer" (?!) por los sentimientos. Así una persona que "se quiebra" aparece como peligrosa, alguien que no sabe mantener el equilibrio, que demuestra una vulnerabilidad incompatible con las altas exigencias de la vida de relación; es decir que lo pone casi al borde de la ineptitud total.


Cuando un acusado de un delito que es culpable pero está sosteniendo una mentira para cubrir su culpa decide confesar también se dice que “Fulano se quebró y confesó el crimen”. Estar entero es ser macho, reprimir la debilidad de los sentimientos, sostener la falsedad de la actuación, actuar sin fisura la hipocresía de lo correcto.

También es interesante cotejas la actitud crítica hacia los que “se quiebran” que lejos de un reconocimiento elogioso se inscribe en una miserable actitud crítica más cerca de la burla y la compasión barata. Se presenta al “quebrado” desde un repugnante lugar de repudio, filtrando una especie de descalificación compasiva de la peor calaña. Buscando un ejemplo, encontré esta noticia de Perfil sobre la renuncia de Marcelo Bielsa a la dirección técnica del seleccionado de fútbol chileno:

Acaso el momento cúlmine de la conferencia llegó precisamente cuando, en el trance de agradecer a la gente que hizo posible su ciclo al frente de la Roja, Bielsa se quebró al decir: “Considero estos tres años en Chile un regalo de la vida. Yo aprendí a amar la vida estando aquí. Estoy orgulloso y agradecido de haber vivido en este suelo. Sé positivamente que soy yo quien pierde al irse”.

Nadie "se quiebra" por expresar sus sentimientos, sino que en todo caso se fortalece y se solidifica; dependiendo de su naturaleza, claro está. Pero sería bueno que los que sigan escribiendo o diciendo esta estupidez como ésta cuando observan a alguien expresar un sentimiento, recibieran de parte de la persona aludida alguna vez una buena demostración de su error, una puesta en realidad que les deje en claro que no existe siquiera una fisura donde ellos creen ver un quiebre.

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