El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

abril 20, 2010

Las fallas del fallo


Primeras impresiones sobre el fallo de la Corte de La Haya sobre el caso de la pastera Bornia en el río Uruguay:


Algunas voces dicen: “Al menos ya nadie podrá hacer algo en el río Uruguay sin consultar” La conclusión que saco es exactamente la contraria, cualquiera puede hacer cualquier cosa en el río Uruguay sin consultar total luego La Corte legitima y protege al hecho consumado y no existe sanción alguna por violar el tratado más que una inútil mención.

La corte es totalmente inconsistente porque determina la violación del Tratado formalmente pero no aplica al infractor sanción alguna, tampoco determina que corresponda ninguna compensación al damnificado de esa violación y por si fuera poco legitima íntegramente el fruto construido de esa violación. Luego la cuestión de si contamina o no contamina debería ser posterior, nunca anterior a la violación del Tratado. Lo que ha hecho la Corte es confirmar que los tratados (mejor en minúscula en este caso) están para ser violados, es decir que son una pura letra muerta que no sirve para nada. ¿Cómo puede ser que de ese reconocimiento de falta de respeto del tratado no se desprenda alguna medida que restituya los derechos del país que ni fue consultado?

Es como si un vecino construye algo sobre una medianera por la cual hemos suscripto un Tratado que nos obliga a un acuerdo previo antes de tocar nada y que se supone tiene fuerza de Ley. Entonces reclamo a la justicia y me dicen: “Señor, tiene razón, su vecino ha violado el Tratado puesto que ha hecho la casa que afecta la medianera sin consultarlo, pero la obra queda intacta, usted no recibe nada en compensación y su vecino ninguna sanción por su falta. Ah, no se ha podido probar que su vecino hace ruidos molestos a través de la medianera, así que cállese la boca y no proteste”.

Conclusión: mi vecino probablemente en cuanto encuentre otro lugar libre construirá de nuevo sobre mi medianera sin consultarme, total después la Ley convalidará su accionar. No veo que el fallo obligue ni intime ni estimule a ninguno de los dos a ponernos de acuerdo en algo más en pensar "Para que mierda firmamos el Tratado".

Cada vez me convenzo más de que el derecho fue una gran comedia que inventaron los romanos para entretenerse mientras se reponían de sus atracones sexuales y gastronómicos, y el derecho internacional contemporáneo es apenas la caricatura de esa comedia.

2 comentarios:

Ana Lopez Acosta dijo...

Acuerdo con cada uno de tus palabras Tino. Tengo la salvaje sensación de vivir en la selva, contaminada, deteriorada, pero con sus leyes. Es la ley del más fuerte, porque tengamos en cuenta que las pasteras no son de orígen Uruguayo.Me parece que si fueran pasteras de capitales bolivianos diferente sería el cantar, no?

Un beso grande

Tino Hargén dijo...

asi es Ana, queda demostrado que ante estas situaciones el dinero pisa todos los tratados y leyes y a nadie le importa mucho mas...

PD: no se porque blogger no marca el comentario anterior