El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

diciembre 06, 2009

Los Padres Eternos del Rock Nacional


Profundo amante del rock como soy, con base en los grupos internacionales que supieron en los sesenta y setentas elevar al rock a una categoría de expresión contra-cultural de excelencia, mi actitud de admiración y respeto al Flaco Spinetta se basa más en el reconocimiento a su coherencia, a sus cualidades poéticas y los riesgos asumidos en sus propuestas armónicas, que en genuina emoción o delectación estética que me produjera su música.

A poco que supe que se hacía este recital, me pareció una muy buena idea y la celebré. Que un músico como el Flaco tan emblemático para el medio, con un público que lo ama profundamente, aproveche su convocatoria y organice un verdadero tour retrospectivo tocando con todas sus formaciones es realmente una linda idea que juega a favor de valores para mi muy plausibles como la recreación de un espíritu de comunidad musical que respeta las trayectorias históricas y hace base en los pilares de nuestra identidad. Y si también sirve para que se unan las generaciones dentro del público -padres, hijos, nietos- como sucede, pues mucho mejor; es una forma de mantener el viejo espiritu del rock vivo y fluyendo hacia el futuro un tanto protegido de la prostitución marketinera que lo acosa.

Pero este evento mostró una vez más un fenómeno que caracteriza al ambiente seguidor del llamado “Rock Nacional”: una especie de indulgencia tribal que conduce a sobrecalificar toda expresión en aras de un desmesurado optimismo idolátrico. Una de sus manifestaciones, por ejemplo, es el uso y abuso del calificativo "genio" que se aplica una y otra vez, y se extiende a casi cualquier hijo de vecino que haya manoseado un instrumento y haya formado parte de alguna banda de culto, concepto cpn el que también se señala en demasía a demasiados grupos integrantes de la medianía. Un público devoto que acude demasiado predispuesto a encontrar lo genial, apoteótico y sublime, y en ese trance va y lo encuentra tal vez aún alli donde no lo hay. Por ello, es díficil ponerse en sintonía con comentarios que parecen encontrar en toda versión algo sublime o en toda presentación rasgos alucinantes. Tal vez no se oiga nada más que otra versión de "Muchacha Ojos de Papel" como hay tantas, o un “Alma de Diamante” de Spinetta Jade, sin poder entender lo que dice la letra. Y ahí está la sensación un tanto amarga que se une a la celebración de estas verdaderas esperanzas colectivas: lo indesable en la historia del rock argentino es como estos "cultos" tan fuertes al Padre Luis Alberto y al Padre Charly ataron la libertad creadora de los músicos más dotados. Desde hace rato sostengo que el rock argentino necesita “desespinetizarse” y “descharlyzarse” de una vez por todas, matar a sus Padres Referentes Todopoderosos de una vez por todas en el sentido simbólico y creativo. Y estas liturgias poco contribuyen a ello aunque como dije antes si tengan otros aportes muy positivos.

En definitiva, ojalá se aproveche esa "mística" que generan en un público tan fervoroso como memorioso y predispuesto a agradecer, para que se mantenga viva la llama de un rock que pueda seguir siendo fiel a su esencia: rebeldía pero de la buena, de la que apuntaba a la excelencia artistica, al cuestionamiento de las estructuras de poder y la puesta en crisis de los estereotipos estéticos dominantes; y que se quite de encima de una vez por todas la caricatura de monigote a la que la industria lo fue reduciendo, imagen marketinera del reviente consumista, con el culto a la estrellita reventadita, falopera y excéntrica que queda bien con todas las modas, los gobiernos y los mercados de turno.

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