El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

octubre 16, 2009

El arte de mamar II


Apuntes nerviosos en el reino de la succión, o la puntada literaria-psicoanalítica del fraseo maradoniano

A los horrorizados les pregunto: ¿acaso no presagiaban una reacción así de Maradona? Yo la esperaba; sin imaginarme los términos particulares empleados, pero si la virulencia y el descontrol verbal que primaría en su revancha teniendo en cuenta el grado de hostigamiento y agresión que había recibido. Y no se aleja de la verdad de los hechos cuando dice que lo trataron como a una basura. Más allá de la guarangada en las formas, en el fondo me parece perfectamente proporcional al castigo recibido por una prensa totalmente desbocada en lo conceptual que llevó la crítica a límites extemporáneos. No debemos olvidar que los principales medios deportivos se la tenían jurada al tándem Maradona-Grondona desde el apoyo de éstos a la cancelación del contrato con TyC y el “fútbol para todos” y tras las derrotas con Brasil y Paraguay incrementaron en fmodo notable la virulencia contra el ex diez de la selección.

Lo que omitió Maradona –aparte del buen gusto y el equilibrio- fue precisar puntualmente nombres, separar pajas de trigos en tanto y obviamente no todos los periodistas se excedieron en la crítica. Un Maradona al que la misma prensa que lo mataba con exageración y alevosía había entronizado en el limbo de intocable, celebrando sus desplantes y succionando sus partes íntimas en forma incondicional. Y fue la prensa la que ayudó en décadas y décadas a criar a semejante soberbio y engreído y relativizar su mala educación. El “sigan mamando” que emite Maradona habla de una regresión deseada al estado primigenio de su relación con la prensa. El mensaje subliminal es "sigan mamándomela como me la mamaron siempre" los tantos obsecuentes que se desvivieron en amiguismos por una nota cuando tener al diez era la salvación periodística.

Una prensa casi surreralista en su desubicado exitismo que se planteó como hipótesis de exigencia básica un supuesto “standard de excelencia” futbolística totalmente fuera de lugar teniendo en cuenta la realidad de nuestro fútbol y las características particulares que definen este tipo de partidos a todo o nada que siempre terminan siendo eso, un fiasco deportivo, un encadenamiento de tensiones y miedos que convierten al juego en pura especulación. ¿O acaso son de otra manera en cualquier lugar del mundo este tipo de finales cuando está en juego la lapidación más cruel, el apocalipsis en una derrota? ¿Cómo fue la final del 2006 entre Francia e Italia donde nadie pasaba la mitad de la cancha y toda maniobra de “ataque” se hacía con una precaución y una parsimonia exasperante? ¿Cómo son las finales de Champions League? Los que minimizaban todo y daban como “obligación” hacerle 3 goles en el primer tiempo a Perú estaban -intencionalmente o no- totalmente alejados de la realidad del fútbol actual. O podemos suponer que jamás vieron un partido límite donde hay mucho más que un resultado deportivo en juego y donde lo que hay por perder es infinitamente trágico y lo que hay por ganar es apenas cumplir una obligación. Jugar un partido decisivo de eliminatoria donde la consecuencia de perder es no ir a un mundial en un país hiper futbolero como Argentina, se parece a los partidos por el descenso en un campeonato local, ya que a diferencia de las finales o semifinales de torneos, la derrota no ofrece el más mínimo consuelo sino que significa irremediablemente el peor de los oprobios. Los nervios de las finales están en relación a lo cerca que está la gloria; los de los partidos de eliminación o pérdida de categoría están en relación a lo cerca que está el más gigantesco y oscuro de los abismos.

Estoy de acuerdo con los que dicen que la labor de técnico de Maradona fue muy mala; repasar sus desaguisados nos obliga a un relato casi de terror: desde la misma carencia de idoneidad para establecer las tácticas y estrategias correctas de juego hasta un manejo descontrolado de los jugadores con convocatorias relámpago a debutantes para asumir súbitas e improvisadas titularidades a costa de la exclusión de los venían trabajando, pero no debemos olvidar que eso convivió también con la suma de muchos fracasos individuales que si bien fueron potenciados por este desorden colectivo, existieron y aportaron bastante a lo paupérrimo de las perfomances. ¿Es culpable Maradona del espantoso nivel de Mascherano contra Brasil, Paraguay y Perú? ¿De los goles que se comió un Andujar al que la prensa con total desconocimiento declaró como “el arquero perfecto para la selección”? ¿Es culpable de la atadura casi patológica de Messi que no puede gambetear ni un poste? Convengamos que el técnico tiene responsabilidades sobre los rendimientos individuales a consecuencia de la imbricación natural entre el orden táctico colectivo y lo individual, pero no es solo la incapacidad conductiva de Maradona para generar orden colectivo de juego la causa del bajísimo rendimiento de las individualidades. La comparación más cercana que debiera hacerse es respecto del proceso Basile que duró la primera ronda más un partido de la competencia eliminatoria total. Y el análisis dice que los problemas futbolísticos y extra futbolísticos se repitieron en ambos procesos; aunque hubo algunas mejores actuaciones y resultados en el primer caso, existen episodios como la derrota en Santiago de Chile –que marcó la salida de Basile- donde en lo colectivo e individual las terribles defecciones del equipo fueron análogas a los evidenciadas en las peores jornadas de la era Maradona, con el agravante en aquel caso de que existía todavía el margen de muchos partidos por delante y la presión por la eliminación estaba lejana aún. Por eso, toda “autocrítica” deberá leer este engendro Basile-Maradona como un conjunto en sus dos años de duración.

Se habla de la necesidad de autocrítica. El fútbol argentino no necesita sólo autocrítica, necesita un baño de realismo y bajarse de la soberbia de creerse potencia mundial que la lleva a considerar que es “natural” que barra a sus rivales en partidos de eliminatorias sudamericanas. El descenso del nivel futbolístico argentino es una tendencia perfectamente mensurable en resultados y sucesos dentro de las competencias de clubes. Porque si no pareciera que “autocrítica” significa explicarnos por qué nosotros que somos genios del fútbol terminamos cuartos y penando. La respuesta es que no somos tan genios, que cada vez somos peores, y reconocerlo podría ser un gran comienzo ante que insistir en porfiarle a la realidad por la terca ausencia de un supuesto brillo que ya no podemos ostentar.



1 comentario:

Alan dijo...

venía asintiendo con todo hasta que llegué al último párrafo. Argentina no debería tener problemas en clasificarse, no cuando por ejemplo Paraguay no los tiene. Así que no entiendo a que viene este discurso de "decadencia" al que parecen ser tan adeptos los opinólogos de hoy en día (no lo digo por vos). De las otras tres selecciones que clasificaron, dos de ellas tienen DT argentinos. Messi es considerado en Europa el mejor jugador del mundo. A Higuaín, Francia nos disputaba su nacionalidad porque lo querían para ellos. Cuantos argentinos "naturalizados" hay jugando para otras selecciones?. Y un largo etcétera. No creo que la "decadencia" tenga que ver con esto sino más bien una seguidilla de lo que podríamos llamar decisiones equívocas. Todas con nombre y apellido: Julio Grondona.

Todo este escandalete sobre los dichos de Maradona no deja de sorprenderme. O la sociedad cada día está más esquizofrénica o yo cada vez estoy más disociado de las personas en general. Ahora resulta que Diego es el chivo expiatorio del pequeño burgués?