El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

junio 07, 2009

De la morte macabre



De tanto en tanto es común leer alguna referencia a la pena de muerte. La última oportunidad a nivel internacional, sin temor a equivocarme demasiado, habrá sido en ocasión del ahorcamiento de Saddam Hussein. A nivel doméstico, la cuestión suele encenderse más menudo por declaraciones de estrellas del espectáculo caso Susana Gimenez o Roberto Piazza. Entonces suelen encontrarse bellas y correctas alegorías para condenarla y algunas torpes oraciones instintivas para justificarla, aunque nunca jamás se hallan atisbos de penetración en su intriga conceptual suprema: se trataría nada más ni nada menos que rondar el fantasma de la muerte autorizada.

Hay tantos que matan reclamando impunidad, cada uno con sus razones correctas, que es difícil que los estados se priven de ejercerla.

“Nosotros matamos para”
“Nosotros matamos pero…”
“Nosotros matamos porque…”

La cuestión es que nadie se priva –o se privó- de matar, al punto que los que no matamos cada vez nos sentiremos unos estúpidos reprimidos. La liberación sexual pasó a la liberación caníbal, por eso los movimientos de liberación setentistas incluían el acto de matar como parte del recetario catártico, el sexo libre y el asesinato libre parecían correr de la mano, en una siniestra y enferma trama de contradictoria fusión. Pero ambas opciones son en realidad las expresiones paradigmáticas de dos concepciones filosóficas opuestas: Sexo y Muerte, Eros y Tánatos, placer Inter-cooperativo y placer Inter-destructivo. El sexo es el más luminoso ya que su reivindicación de uno de los pocos apetitosos actos sociales humanos donde se puede obtener el milagro de un placer recíproco. La vinculación de sexo a la muerte, la violación, es la respuesta a la negación de la sexualidad como placer cooperativo, una respuesta a su secuestro y su puesta en el terreno del pecado.


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