El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 06, 2008

Bajos instintos

Rastrojos blogueros de la crisis campestre...


La política basura


No sólo hay TV basura, hay política basura que apela a los bajos instintos sociales; aquellos que sirven para instalar polarizaciones entre santos y demonios a través de comprometer las pulsiones más carnales del instinto social. Desde el populismo son aquellos que por ejemplo instan a la adhesión exacerbando de modo malsano el odio racial. Esta vez, reverdeciendo viejos laureles, los que apelaron a los bajos instintos fueron los del otro lado, una derecha conservadora en ataque de pánico que reaccionó iluminada por el horror de la amenaza y la soberbia encendida de su súbita inundación de riqueza, para rescatar del más burdo y anacrónico folklore campero hasta la última gota de gorilismo que pudiera contener. Apelar a los bajos instintos siempre paga, y la más atroz de las reacciones conservadoras se nutrió de esa pulsión cavernaria que anida en los genes de la clase media argentina y que en ciertas circunstancias extrema explota y es eyaculada con una virulencia incontenible, cada vez que se corporiza la amenaza de que “le metan la mano en el bolsillo”. Es ya un lugar común recordar que a la clase media argentina se la puede violar por el culo todas las veces que se quiera pero no por el bolsillo, ya que estos alegres funcionarios de la vida doméstica que andan por ahí parloteando consignas progresistas cuando quieren adoptar el snob políticamente correcto que compran digerido, se transforman cual “El Increíble Hulk” en unos perros fascistas hiper-combativos que no conocen ni a su madre. Se encolumnan así tras el trasero altivo del poderoso por puro peso de su mandato genético, sin ninguna posibilidad de sacar cuentas de que lo que realmente tiene por perder o ganar.

Otra dato de la política basura: políticos de catálogo que venden sus posturas y principios como salamín al convertir a la política en un sistema futbolístico de pase libre donde con cada elección caducan los contratos y todo se convierte en un enloquecido mercado de pases atado exclusivamente al jugo del interés por el poder. Esto siembra desconfianzas alrededor de la resultante precarización de los acuerdos y agudiza los encierros sobre círculos íntimos y riñones cada vez más reducidos hasta la asfixia misma del más necio autismo.


Polaridades siniestras



Desde la intelectualidad afín al gobierno, -tomando como referente las opiniones de Ricardo Forster que por contundencia conceptual se distinguió como el discurso más representativo del grupo- se notó una encendida indignación reflexiva respecto de los en nombre de la pureza de grandes objetivos prefirieron una condena al proyecto del gobierno que bajo la dinámica de la polarización de opciones se transformaba en voto liso y llano al bando de la coalición campera. Del mismo modo, este objeción podría refutarse afirmando que los intelectuales que apoyaron fueron demasiado benevolentes en el juzgamiento de los errores y atrocidades del gobierno que no formaban parte del núcleo orientador que merecía el apoyo y en muchos casos lo contradecían. Se trata sencillamente de uno de los dilemas típicos del barro de la realidad; una polarización que aparece irracional e indeseada tanto como imposible de eludir.

Cuando un gobierno tiene al mismo tiempo dos caras, una que enciende simpatía a causa del sentido de algunos de sus direccionamientos, y otra que exhibe groseras miserias imposibles de reducir a una categoría menor, es difícil instalar una plena posición de apoyo que relativice la ruptura crítica respecto de esas miserias en nombre de la importancia de los aciertos. Posicionarse bajo una escena dominada totalmente por la polarización de opciones hace que privilegiar la médula ideológica principista implique refrendar también la basura que la acompaña, y optar por una diferenciación otorga una automática adhesión al otro bando. Por ello, como en política lo perfecto es enemigo de lo bueno, muchos -ante lo ineluctabilidad de optar polarmente- se inclinan a hacerlo privilegiando la mayor afinidad en los trazos conceptuales más gruesos, pensando con que bando se tiene más cuestiones fundamentales en común. En ese caso la decisión se facilita y nunca se llegaría a un voto como el de Proyecto Sur que por el contrario pretende romper esta imposibilidad de diferenciación.

En definitiva, creo que si bien cuando se desatan este tipo de conflictos polares la primera víctima es precisamente la diferenciación y deja de ser un momento oportuno para ejercerla ya que en definitiva todos los apoyos o rechazos se volverán sucios y contradictorios, en el fondo se trata de un dilema irresoluble, ya que obedecer siempre al principio de no diferenciación para optar en grueso podría ser tomado como un mecanismo perverso del sector que forzara permanentemente opciones excluyentes para asegurarse apoyos que de otro modo no obtendría. Quién lleva las cosas a la polaridad lo que quiere es cancelar las diferenciaciones para obtener el beneficio de apoyos adicionales que ponga en segundo plano los disensos. Y si en el terreno de la normalidad esos disensos no cuajan en una apertura todo se parece a una táctica cínica de acumulación egoísta de poder. Y no hay peor desamparado político que aquel que ha despreciado todo el tiempo los apoyos de las fuerzas afines porque le sobraba con su propio poder cuando ya deja de sobrarle.


La construcción de verdad en el seno del conflicto: la captura de los paradigmas de sentido común

Los paradigmas de sentido común occidentales no son ni capitalistas ni socialistas, ni de derechas ni de izquierda, obedecen a una decantación histórica de la cultura de las sociedades productivas y tienen que ver más con lo antropológico que con lo político. Pueden ser cooptados por el capitalismo o por el socialismo, por el interés de tal o cual clase dominante o dominada, para favorecer la conservación o el cambio. El instinto de conservación es tan poderoso como el de cambio. Siempre habrá cosas en el pasado añoradas como mejores a punto de encender un deseo regresivo, y siempre habrá cosas podridas de ese pasado que continúan en el presente que enciendan un deseo transformador.

No se pueden contradecir los paradigmas de sentido común desde la amonestación moralista de las viejas liturgias de izquierda; el trabajo es deconstruir su cooptación y sustituirlos por una nueva apropiación socialmente virtuosa.

La palabra de un gobierno demonizado no vale un centavo, cualquier argumentación racional queda anulada en su credibilidad, es abolida en su posibilidad de persuasión porque lo que impera es la determinación fatal del dictamen instintivo, del paradigma absoluto única fuente de razón y justicia. Cuando el cuento se instala en el entendimiento colectivo su eficacia es fatal. Se produce una aprehensión afectiva en términos de valores fundantes y ya es indestructible. "Había una vez un grupo de gente santa que trabajaba en un bosque muy contenta salvando a la patria con su sudor generoso y genuino, y contribuía con de 3 de cada 10 pesos al fisco, y de pronto un lobo feroz, satánico, carroñero y corrupto lo violentó para quitarle 5 de cada 10 pesos con lo que ya lo desangraban".

“Nos meten la mano en el bolsillo” grita el productor, y el taxista siente un escozor en su bolsillo, como el escozor que sentiría en su pene si viera la escena de una película donde nos presentan a un villano emascular al muchachito con una espada. No importa que en el bolsillo del que se queja haya 10 millones de dólares y en el del taxista haya 50 pesos, no importa la ficción desproporcionada, importa la sensación en tanto modelo sin escala, un ideograma adimensional. Cuando se produce en la construcción del imaginario “el colmado del vacío” a partir de una realidad, este síndrome de violación burguesa, la clase media como energía se resuelve en un alineamiento feroz hacia el discurso y los intereses de la clase alta, en un proceso de huida hacia el discurso amo, incluso con mayor fervor y poder vindicativo que la propia clase alta, algo análogo al mecanismo que describe la pasión de los conversos. La clase media se vuelve fascista conversa en un instante.


Escribe Ana Wortman:

Es importante recordar que la clase media argentina se constituyó a partir de singulares procesos de movilidad social ascendente posibles por la existencia de un Estado que garantizó la educación, la salud y la seguridad social. Es decir que su historia no puede deslindarse de su relación con el Estado. También fueron las clases medias en consonancia con procesos políticos de intensa conflictividad social las que participaron en proyectos de cambio político y renovación de numerosos planos de la vida social y cultural”
“Se podría afirmar que las clases medias han sido cooptadas en lo imaginario por las clases altas, en un proceso inverso al iniciado en los albores del siglo XX. La hegemonía cultural, en el sentido gramsciano de dirección cultural e intelectual, parece haber sido recuperada por las clases dominantes en todas sus versiones".

La mejor forma de imitación de una clase que quiere y cree parecerse a otra a adoptar sus mismos enemigos.

Primer axioma:
El discurso de la izquierda nacional y popular siempre excluyó a la clase media. Es el primer dato para entender por qué es cooptada siempre por el discurso de la derecha. La clase media no ha tenido quién la contenga; sin embargo han hecho cola para pegarle y amonestarla con sermones.

La clase media no quiere reconocerse en su naturaleza producto de la redistribución porque ese origen aparece como plebeyo, corrupto y parasitario, demasiado ligado a una visión colectivista de la movilidad social. Sería reconocerse una masa beneficiaria de la política. En cambio prefiere acomodarse al discurso del logro individual y ubicarse en un flotante status de clase alta en potencia. Algo así como los campeones morales, los que no ostentan los títulos ni la fortuna de los ricos pero nadie puede negar que dejan todo en la cancha y juegan como verdaderos ricos.

Los datos socio-económicos duros demuestran que la clase media es en términos de puro capitalismo una clase estructuralmente pobre, pero aún admitiendo este hecho, es muy importante la forma en que está pobreza es presentada. En un caso puede verse esencialmente como una clase pobre que ha sido enriquecida por las políticas redistributivas que la beneficiaron. Pero en realidad la clase media se concibe como una clase pobre en términos relativos pero que posee todos los atributos culturales para ser en realidad una clase de ricos en potencia en fase de crecimiento o formación. Razona y respira con sus categorías e identifica su status como producto meritocrático de su éxito individual, por eso es refractaria a sentirse aludida en los discursos donde se anuncian beneficios de redistribuciones centralizadas. Esa “devolución” es entendida que no corresponde ser dirigida a ella sino a las clases pobres que “carecen de iniciativa” y “esperan todo del estado”. Confía ingenuamente en si misma “déjenme que me gane mi plata” como si eso implicara que pudiera sobrevivir sola frente a los ricos que harán todo lo posible para no cederle ni un peso.


El fracaso de la calle como paradigma de verdad progresista

La legitimación de la ocupación del espacio público como paradigma de sentido común fue un error del kichernerismno, fue el ejemplo del robo más brillante de la derecha jamás perpetrado. La miopía K y de todo el progresismo que abonó este paradigma de sentido común y lo hizo verdad. No es con agitación efectista de la movilización popular que se construyen consensos y mayoría progresistas sólidas, la calle es el canto de sirena voluptuoso ante el que sucumben las izquierdas anémicas de apoyo popular para sobredimensionar su representación, pero esto ha demostrado lo peligroso de tal instrumento cuando es hábilmente capturado por las corporaciones del poder económico para ejercer su poder y defenderse de las política que tocan sus intereses

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Algo de lo que decís de la clase media y la relación con el proyecto 'nacional y popular' también lo había dicho Chacho Alvarez al despuntar el conflicto y fue muy criticado. A mi me pareció muy lúcido, salvo que la otra contracara lamentablemente es Cavallo en el ministerio de economía en la alianza...

Muy bueno el artículo. Abrazo

Tino Hargén dijo...

Hola noni, gracias por llegarte a comentar. Exacto, Chacho a nivel discurso fue siempre coherente e interesante,pero en cuanto a sus hechos políticos, bue, los resultados quedaron a la vista.

abrazo