Para definirlo a Clarence García Finocchio lo mejor es apelar a la sentencia que él mismo asumiera de si en circunstancias de hallarse recostado en un diván terapéutico, y que la indiscreción deshonesta de su psicoanalista nos permitió conocer: “soy un perturbado cultural”.
Pero ¿cómo alcanzó el éxito?
Los buenos cantantes tienen estudios de vocalización, entonces Clarence dedujo que los buenos escritores bien podrían necesitar estudios de consonantización. Ese fue su primer descubrimiento exitoso, pero que a la postre quedaría eclipsado por su gran pegada final: convencido que lo que conspiraba verdaderamente contra la libertad de la escritura era la horizontalidad de las líneas, creyó que urgía la pronta implantación del renglón ondulante; un dispositivo que de imponerse constituiría una auténtica revolución. ¿Como fabricar un renglón ondulante? Ni los modernos procesadores como Word admitían esa posibilidad, por lo que la gran solución era abocarse a la invención de un programa de PC a tales fines...
continuará el día menos pensado...
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