Autoridades educativas, personal docente y no docente, alumnos.
Seré muy breve.
Hoy se ven cristalizados los frutos de la pasión y la lucha de un grupo de intelectuales que un día se propusieron que la opinología tuviera lo que merecía: una facultad autónoma y reconocida. Los opinólogos de oficio hemos sufrido durante décadas un oprobioso menosprecio intelectual, una fría y desdeñosa indiferencia por los valores culturales y artísticos de nuestra disciplina cuando no críticas y burlas despectivas de parte de todos los estamentos de la cultura; tanto la popular como la de las academias. Lograr que el Estado reconociera el rango de esta carrera fue otra de las grandes luchas, extensas y crueles, que tuvimos que afrontar. Finalmente el peso de nuestro empuje derribó el muro de ignorancia y necedad de los funcionarios. En seis años más en las paredes de las casas de muchos de ustedes colgará un diploma que confirmará el título de Opinólogo. A ustedes, alumnos de primer año de la carrera, jóvenes inquietos y evolucionados que han creído necesario formarse en las milenarias ciencias y artes de la opinología, les toca la misión de fecundar con sus energías y sus voluntades esta casa de estudios.
La opinión es un preciado bien humano, una gracia del destino que debemos proteger como a un cristal. Si Descartes nos legó aquel “pienso, luego existo” que ayudó a construir la civilización de la razón humana, más de cuatro siglos después Hargén nos desafía a un camino sin retroceso ni final: “pienso, luego opino, existir o no ya es materia de debate”.
( aplausos….)
Seré muy breve.
Hoy se ven cristalizados los frutos de la pasión y la lucha de un grupo de intelectuales que un día se propusieron que la opinología tuviera lo que merecía: una facultad autónoma y reconocida. Los opinólogos de oficio hemos sufrido durante décadas un oprobioso menosprecio intelectual, una fría y desdeñosa indiferencia por los valores culturales y artísticos de nuestra disciplina cuando no críticas y burlas despectivas de parte de todos los estamentos de la cultura; tanto la popular como la de las academias. Lograr que el Estado reconociera el rango de esta carrera fue otra de las grandes luchas, extensas y crueles, que tuvimos que afrontar. Finalmente el peso de nuestro empuje derribó el muro de ignorancia y necedad de los funcionarios. En seis años más en las paredes de las casas de muchos de ustedes colgará un diploma que confirmará el título de Opinólogo. A ustedes, alumnos de primer año de la carrera, jóvenes inquietos y evolucionados que han creído necesario formarse en las milenarias ciencias y artes de la opinología, les toca la misión de fecundar con sus energías y sus voluntades esta casa de estudios.
La opinión es un preciado bien humano, una gracia del destino que debemos proteger como a un cristal. Si Descartes nos legó aquel “pienso, luego existo” que ayudó a construir la civilización de la razón humana, más de cuatro siglos después Hargén nos desafía a un camino sin retroceso ni final: “pienso, luego opino, existir o no ya es materia de debate”.
( aplausos….)
1 comentario:
Los felicito: Como opinólogo aficionado, opino que no debería opinar sobre Opinología, así que me reservo el derecho a opinión.
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