El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

enero 18, 2006

La lengua entera

La categoría Pulsos de este blog aspira, aparte de ubicar mis posts relacionados con actualidad, a dar cuenta de la red de debates que se establecen en los blogs. A partir del artículo de Kaputt de Jorge Mayer Una cierta soberanía y en los blogs Póstumos y Tómenlo Como De Quién Viene (enlaces disponibles en este blog) ha crecido un intercambio atractivo al que me sumo con algunos comentarios de ocasión.

Lo que rescato del excelente texto de Mayer es la capacidad de entretejer con gracia unas ideas acerca del sesgo restrictivo que se huele en el ambiente de algunas concepciones literarias. Realiza un reclamo de soberanía de pleno derecho, delirante y cívico, ante un litigio aparente que se establece entre una reglas de composición oficiosas, decantadas a través de la experiencia de algunas figuras, y la fogosidad creadora del lenguaje en su totalidad indomable.

El lenguaje vivo es tanto la mezcla del habla inculta como de la culta, de la coloquial y de la formal, de los balbuceos monosilábicos de los parcos y los historiantes circunloquios de los parlanchines. Es la acritud seca de los que escriben palabras como cifras, porque nos dejan la sensación que de tan crudas y despojadas hasta les han quitado los ceros redundantes que van después de las comas. Y es la escritura derrochona, exuberante y selvática de esos que parecen baldearnos de palabras para limpiar una miguita de pan. Voces que van y vienen del barrio a la facultad, de los museos a las bailantas, de los jóvenes a los viejos, en un continuo intervenir y devenir, y dicho esto aún queda más: ¿por qué debiera la literatura limitarse a ser la captura hiper-realista de la lengua viva? La literatura es una de las industrias que participa en la fabricación del lenguaje, no una periodista testimonial ajena a su evolución. Se reclama que nos dejen jugar con toda la forma, que no nos achiquen la cantidad de juguetes; ni los de las almas ni los de las nubes.

¿Existe una lengua de lo literario por fuera de la lengua natural? No es sano que la literatura se convierta en una cámara oculta esclava, sin voz propia, y que se limite reflejar el lenguaje de los hechos, rescato esa soberanía que le permita introducir su voto artístico a la construcción de la realidad del lenguaje; la prevención que tengo es la de no creer que existe lo “literario” en si mismo definido como un manojo de palabras caracterizadas que acaparen ese rol. Ahí caeríamos en la misma estupidez restrictiva del realismo, hipostasiando a algunas entidades formales para que se abroquelan en si mismas y terminen formando una de esas odiosas ortodoxias excluyentes.

Aquella observación de Fogwill sobre el original de Nielsen me pareció una simple y ligera observación de sentido común y ninguna expresión de maestría o ejemplo de verdad revelada del análisis literario como algunos la hicieron aparecer. La condición de Maestro con la que muchos tratan a este escritor debe justificar tanta celebración y darle de inmediato status de “corrección”. Frente a lo que se supone una intención del autor de trabajar con un lenguaje coloquial y de reproducción realista desde la primera persona del personaje principal –el empleado de la funeraria- como narrador, Fogwill nota un desajuste en esos términos y aconsejó usar otro y en su explicación parece quedar claro. Si el autor efectivamente considera que su intención es ajustarse a un efecto realístico en el habla verosímil del personaje narrador, la observación parece atinada. Si ese personaje elegido fuera un sodero y efectivamente “habla” como José, mi sodero que viene los martes, todo bien, que diga prender la luz, llena de felicidad cuando un autor que quiere ser realista acierta en la glosa. Pero después los matices son infinitos, que pasa si el autor lo que quiere es fabricar un sodero diferente, que sobresalga por no hablar como un sodero, o desplegar un realismo con fallas, jugar con la obediencia y la pequeña trasgresión a ese realismo casi perfecto introduciendo vocablos que deliberadamente suenen “fuera” de su léxico. O quizá suceda que José, el sodero, (o el funebrero del cuento de Nielsen) puesto a contar su relato ya no diga “prender” y diga “encender” en un intento de refinar su lenguaje, ya que es una actitud típica aún de las personas peores habladas del planeta, adoptar términos más elevados cuando están en situación de contar algo bajo un ámbito de cierta formalidad. Una cosa es un sodero hablando en la calle mientras trabaja o mientras juega a las cartas en el club con sus amigos que en la circunstancia de “ponerse en relator”, o cuando le toca hablar con la maestra de su hija. Y entonces en ese caso es probable que “encender” sea más ajustado que “prender” , aún desde el más porfiado de los hiper-realismos.

Muchas veces se observa un rasgo diferente, la extraña coincidencia del lenguaje culto del narrador con el de los personajes, como si no existiera una caracterización que los diferenciara. Si es una intención deliberada es válido, y habrá que ver que efecto produce, pero en otros quizá se trata de una falta de manejo -o de calle-, algo que se ata a lo que comentó Freidemberg: hay palabras que son ”de libro”, y que algunos cree que si no se incluyen, sea en boca de quién sea, no es literatura.

Creo que en literatura nada es correcto fuera de la decisión estética que lo hace ser correcto o incorrecto. Y desconfío de las recetas generalizadas sobre lo correcto e incorrecto que se dan así, al toque, pssss, viste pibe?, de puro troesma nomás.

Cito del texto de Mayer:
“Me gustaría que cundiera el ejemplo de Filloy y que cada autor se tome el tiempo que sea menester para encontrar la palabra precisa”

No leo una puesta como ejemplo de la obra de Filloy, sino una mención tangencial de un sano consejo instrumental que puede resultar en que la palabra precisa hallada después de tomarnos todo el tiempo sea ninguna o la misma de siempre.

23 comentarios:

inx dijo...

No me queda más remedio que volver a citar a Pavese (¿será que pensó en casi todo lo pensable?) En su diario, se dice a sí mismo, criticándose y a la vez, también, aconsejándose:"Nada de personajes que digan cosas inteligentes. Las cosas inteligentes debes saberlas tú, y que se desprendan del relato". A mí me parece que éste es un excelente consejo para escritores. Para no clonar los personajes, para no confundirse con ellos al punto de no poder dar cuenta de ellos.

werte dijo...

A mí cambiar "prender" por "encender"... no sé, depende de la voz o el personaje del cuento. Hay muchísima gente que usa encender, otros las dos...
Pero creo que en ese cuento quedaba bien el cambio.
Me parece cierto que las palabras de uso común contienen la fuerza de los contextos de utilización en que se inserta.
EL ERROR de Fander es el siguiente: el contrapone la pobreza relativa del uso común a la inmensidad del diccionario. Ahora bien, esto es cierto si uno entiende por uso común el mundo en que uno se mueve... pero hay otros, otros contextos-lenguajes sociales, lenguajes institucionales (militar, empresarios, administrativos), lenguajes científicos, que son "comunes" cada uno en su zona, y que sumados son la cara concreta de ese depósito muerto de la lengua que es el diccionario.
Por eso la oposición, meramente cuantitativa, de Fander, me parece errónea. Imagino, sin ser escritor, que en el "uso común" a insertar en un texto lo que importa es la voz y el tema literario en relación a esos lenguajes de modo que conserve la fuerza en relación al objetivo...
Por ejemplo: si vos hacés hablar a un "presidente" con la jerga y la sintaxis de un bailantero, el efecto es de comicidad, o hasta de sátira, por la "memoria del lector" respecto de un "uso común" contextual más "correcto", o sea, lo que iría en su lugar para ser "serio".
La referencia a un uso común es inevitable para todos los efectos de lectura, porque ese es el lugar de la memoria existencial de todo hablante y lector.
Lo erróneo de Fander, en el fondo, creo que es la definición brutal, y masiva, que hace de "uso común". En realidad, lo que hay, son usos comunes ligados territorios.
Yo no creo que Fogwil, que escribe muy bien, quiera planchar la lengua. Por lo menos, no es lo que hace en sus libros, sin ninguna duda.
Abrazos.

werte dijo...

Y Tino, cabrón, activá el pop-up para los comentarios, que esto sino es un poco rompebolas :)

Anónimo dijo...

Gracias por el apunte, Werte.
Tenés razón en algo: la escritura a vuelapluma de una cabronada ha traicionado algunas intenciones que deseaba expresar y ha incorporado otros elementos al debate (y me produce mucha felicidad la involuntaria ramificación del asunto) que me dejan, a priori, malparado, casi como un fundamentalista de la RAE.

El centro de mi postura es ganarle terreno a esta vieja casona que es nuestra lengua, hoy tapizada por los cadáveres que siembra nuestra propia desidia.

Si pensás, por ejemplo, en la palabra cigarrillo, notarás que casi no sale del atado. Los cabezas que te manguean por la calle te piden cigarros y yo a mis amigos les pido fasos o puchos.

La voz de un personaje, su textura, condicionan la mano del escritor y exigen que diga lo uno o lo otro. La propia voz del autor, en cambio, considero no debe ceñirse a esos límites, más allá de que el autor, de acuerdo a la idea que trama (o que lo trama a él), tenga la potestad de manejarse dentro de cierta modicidad que sea funcional a esa idea.

El punto es: che, autor, no me asfixies en este rincón, ponete los pantalones largos y actuá como si en esta casa fueses a vivir para siempre. No te pongo reglas: si te parece copada una maceta en el baño, avanti, pero no te perdono la avaricia, no me banco vivir como pobre por temor a la pobreza.

Gracias por la referencia, Julio, y sí, poné el popup por dios!

Tino Hargén dijo...

Inx, de acuerdo,no puedo citar un ejemplo puntual ahora pero encontraba en libros de autores argentinos que los asaltantes de banco refelxionaban como si hubieran hecho 7 cursos de letras, sociologia y periodismo. Encontrar el registro del personaje es parte del trabajo, y hacerlo en función de la estética buscada

Saludos

Tino Hargén dijo...

Werte
De acuerdo, existen nodos, contextos, jergas institucionales, un montón de registros donde se usan las palabras de modo diferente, el escritor deberá elegir el que crea adecuado a su intención. Lo que me parecía bueno señalar es que estas especulaciones que hacemos están todas dentro del registro realista, que supone una ficcion donde los personajes son fotografias de los reales, a imagen y semejanza de los reales, y creo que es no es la única postura estética posible en literatura, ni mucho menos, se puede trabajar obviamente entre las variadas concepciones que están por fuera del realismo.

Si vos leés una novela donde el personaje es un mexicano de clase alta de Chihuahua, como hacés para saber si el registro del lenguaje es el "real"? El lector no puede tener en memoria más que las jergas de los lugares que conoce, que son pocas relativamente. En esos casos no te sirve el realismo, porque de tus lectores capaz que el 0.2 por ciento conoce como habla la clase alta en Chichuahua...Los Buendía de Garcia Marquez, a algun lector argentino le importaba si reflejaban el habla de esa region Colombiana?
El oficinista de El Proceso de Kafka, alguien supo como era el habla administrativa de Praga en esa epoca?
Lo real es una porcion más de la literatura, y no se si noe s de las más chicas.



Se ve que estoy benévolo con Fander, porque lo del diccionario y todo su post lo tomé en sentido figurado, como que se refería a la riqueza de la lengua y no al hecho de buscar la palabra nro 86.987 del diccionario.

Abrazos

Tino Hargén dijo...

Fander, nada de cabronada, ahora no me arrugue he!!!!!!

La casona está para usarla toda, lo que los muchachos te reprochan creo es que por ay quedó la impresión que antes de escribir "la multicolor atmósfera" vos te ibas a poner a agarrar el RAE y buscar el decimoquinto sinónimo de multicolor que está en ese diccionario porque se usaba en la Andalucía del siglo XV, y yo creo que eso no fue la soberanía de la riqueza que quisiste reivindicar.

El ejemplo del faso te muestra lo limitado que es ponerte a hacer literatura "naturalista", cambiaste de provincia y cagaste! lo que pasa es que los porteños creen que el mundo queda entre Barrio Norte y Parque Patricios y los libros los leen ellos nomás :-)

Más allá de todas las posturas, de acuerdo en que la voz de los personajes es una cosa y la del narrador - si es que hay una voz de narrador en tercera-otra.

No se que son los pop-ups che, ¿es poner los comments con Haloscan? ¿O es algo que se puede hacer dentro de Blogger??

Abrazos

Anónimo dijo...

Dentro de Blogger, la siguiente ruta:
Opciones/ Comentarios/ ¿Mostrar los comentarios en una ventana emergente?/ Sí

Tino Hargén dijo...

Ok, gracias Fander. Lo haré as soon as possible

Anónimo dijo...

Lo que no termino de entender es por qué hay tantos blogs dedicados a la Teoría Literaria, a la Crítica, a... Es como si quisieran sacarse buenas notas ante un Profesor que vaya a saber uno en qué anda, pues nunca aparece por estas aulas. ¿Ante quién rinden examen, ustedes?
Creo que no volveré por acá.
Saludos (sin embargo),

Tino Hargén dijo...

Hay blogs donde se tratan diversos temas, en este por ejemplo si leés vas a ver que es muy variado. Los temas suelen andar a la deriva, a veces salen cuestiones que se debaten via los comments y por eso duran un poco más que otros.

¿Buenas notas ante un profesor? No estoy para seducir profesores a esta altura del partido. Ni idea de por qué se te ocurre tal cosa. No conozco ningún profesor que lea esto.

Una lástima si no leés más, pensalo bien, por ay le podés dare otra oportunidad a este blog, y si no de todos modos un muchas gracias y adiós!

Saludos

PD:
Elegiste la sigla más transmutada del siglo XX, pasó de querer decir Partido Comunista a Personal Computer

Anónimo dijo...

A mí me resulta seductora la idea de debatir algún asunto. Desde luego, la toma de posiciones implica asumir un rol crítico respecto de otro, cuantimenos el compañero de charla.
Fijate que, sin embargo, hay otros proyectos que apelan a la voz única -aunque uno pueda compartir o no sus propósitos-, de manera que habiendo tanta oferta no entiendo el motivo de la queja.

Omar dijo...

Mr. Pc siempre fue un boludo. No gastes saliva, ni dedos.

werte dijo...

Me pregunto si pc le escribe al suplemento Olé diciéndoles que son unos facheros que quieren encantar o enamorar a Bianchi (?).
En fin... qué levachacher. El Chavo los llamaba mensos.

vadinho dijo...

mr pc: creo que entiendo a qué te referís, pero justamente hargentina no es esa clase de blogs. aquí se suele hablar y discutir TAMBIEN de literatura y yo me lo banco porque nadie se cree el papa (sin acento). en esos casos no opino, sólo los leo y a veces aprendo.

JuanPablo dijo...

cómo que ningún profesor lee esto? y yo, qué soy?

igual, tampoco me interesa ser seducido, y de estos temas no estoy como para calificar a nadie...

Tino Hargén dijo...

Gracias a todos por la mochila

Estimado Juan Pablo, un poco de aires matemáticos vienen bien por aquí. Y mire que su colega Paenza ya se está haciendo famoso explicando el teorema de Pitágoras, asi que viejo para cuando debatimos acerca de "La Insoportable Infinitesimalidad del Cálculo", que va a ser mi próximo lanzamiento ensayistico

Anónimo dijo...

La literatura, como todo arte, incluída la música, tiene su parcela de esnobismo. Mírese desde el punto de vista de la cultura llevada al extremo, o bien como orgullo y vanidad personales.
Leyendo tu texto venían a mi mente escenas leídas en las que personajillos literarios de cuatro o cinco años sostenían diálogos de una riqueza extraordinaria, con matices perfectos e incluso metáforas inteligentes. No quiero, con esto, menguar la inteligencia a los niños, simplemente es una irrealidad evidente.
¿Quién dicta las normas literarias? ¿Quién decide cómo se escribe, para quién se escribe?. Pienso que es una cuestión de expresión, de sentimientos, que debiera exigir, por lo menos, un cierto atisbo de credibilidad para quien se interna en la lectura.
La lengua es hermosa, plena, compleja en su totalidad, pero lo que realmente define la sensibilidad literaria es la expresión como desencadenante de sentimientos, de situaciones o de escenas. Y eso no requiere siempre de palabras cultas o rebuscadas, sino que se alimenta también del lenguaje callejero.
Por cierto, otra profesora a añadir entre tus lectores.

Tino Hargén dijo...

Bienvenida Isabel ! eres una profesora muy especial para mi!

Omar dijo...

ya tenés tu libro en un catálogo imaginario.

Tino Hargén dijo...

Oooooop!!!!!! gracias Omar, y como siempre vos enriqueciendo cualquier idea!
Estoy impedido de bloguear por estos días, encima hoy se me quedó el auto..y parece que sigue el ruido blanco en muchos lugares..

Jorge Alberdi dijo...

Tino:
me quedé con el sodero José:
efecto de realidad 1: José usa un lenguaje ajeno al estereotipo 'sodero' porque es uno de los tantos profesionales (contexto argentino)que se vio obligado a trabajar en algo extraño a su profesión. Hoy la realidad del país empieza a cambiar, y hay demanda de su profesión, pero como gana más como sodero...
-Palabras 'de libro' relación Autor / Narrador:
Efecto de realidad 2: dar cuenta de un narrador que ha leído demasiados libros y que cree que si no escribe de ese modo no hace 'literatura' (pueden usarse de modelo las traduccíones españolas de las novelas en inglés)

Saludos

Tino Hargén dijo...

Jorge, todos ejemplos válidos los que das, lo que prueba lo diverso y fragmentado que puede ser ponerse a hacer "efecto realístico"

PD: Che, si se entera mi sodero que lo puse de ejemplo me parte un sifón en la cabeza..! Espero que nadie crea que discrimino a los soderos.Aguante José!!

Saludos