El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

diciembre 13, 2005

Papeles pixelados

Apuntes sueltos sobre la cuestión de los libros y los libros.


Leyendo el reclamo de Margulis en Kaputt dominical, me pareció muy ajustado el señalamiento de Acteón en los comments de una contradicción: si el e-book ha de plantearse como medio alternativo no puede esperar que su difusión sea ofrecida por las mismas estructuras "críticas" vinculadas -en una tradición negociada- a sostener lo producido por las editoriales tradicionales. No es que sea el reclamo me parezca carente de razones, pero la prensa central somete a ninguneo no solamente al e-book sino a todo tipo de expresiones culturales que se hallan fuera del circuito establecido: discos, libros, muestras de artes visuales, teatrales, etc, y todos sabemos que si se paga el espacio o se llevan avisos es altamente probable que se publique una reseña de cualquier cosa, sea texto electrónico, virtual o impreso con una Citizen de matriz de punto sobre papel higiénico. Lo que me parece que se deja notar como la contracara de la argumentación un tanto despechada de Margulis, es que existe en el ambiente cultural una fuerte y marcada discriminación hacia las publicaciones electrónicas, no se considera que “eso” ( un e-book ) sea una obra digna de ser tomada en serio. Vamos a los hechos: predomina muy fuertemente la idea de que escritor que existe es el que publica en editoriales reconocidas y cuya reseñas salen en los medios grandes, todo lo demás guarda un sabor amateur, de segunda o por qué no de cuarta, por más revestido que aparezca con los fosforescentes esmaltes de toda la nueva ola virtual, alternativa, internética o informática. Muchos se extrañarían que alguien que ostentase el antecedente de haber “publicado” e-books o sólo material en web, tuviera el tupé de hacerse llamar “escritor”. Dan por sentado un proceso: que el filtro editorial es la solemne garantía de selección de calidad. Parece mentira que cuando hay tantas demostraciones de lo contrario a plena luz de los días, se crea de modo obcecado en esta visión. Se aplica, en su más irracional versión, el viejo y calamitoso “por algo será”: si lo editó Editorial Fulana debe ser bueno, debe haber pasado el tamiz de la aprobación de los supuestos consagrados catadores de literatura. Como si entre las intrincadas situaciones que determinan el lanzamiento comercial de un libro o no, que van desde el juego de las más sórdidas cadenas de influencias hasta las más desnudas tramitaciones comerciales, mediara un tribunal de evaluación arstística de las obras compuesto por representantes inobjetables de la más confiables de las sabidurías literarias. Por consiguiente, si no lo pasó y es un pobre cretino refugiándose en las ratoneras alternativas de la vulgarizada web, no debe ser muy bueno que digamos, por algo lo rebotaron. Los cerebros de muchos consumidores -y peor aún de evaluadores de cultura- descansan sobre este norte orientativo que dentro del medio cultural todavía goza de una férrea supervivencia. Ayesha debiera empezar al menos por armar un buen cóctel de presentación de sus e-books, en el salón de algún buen hotel, con buenos tragos y sanguchitos de miga.


Voy a escapar de pensar sobre los condicionamientos recíprocos entre soporte y contenido. Vamos a la cruda praxis de los objetos. Lo que debe resolver la edición electrónica primero es el trabajo sucio de difusión y valoración, toda vez que el público, por lo general carente de aquellas referencias de calidad mencionadas, está totalmente desorientado ante el encuentro azaroso de publicaciones. Todavía no existe una red crítica alternativa, faltaría construirla sumando firmas de prestigio que ejerzan la crítica literaria en la web –con el riesgo de reproducir el mal anterior- o bien inversamente de construir prestigio (¿) sobre las firmas que ya son publicantes de la web.
La red permite con un saltito astuto traspasar los alambrados de púas de la otrora obligatoria mediación editorial. La descarga paga es un primer gran paso, el primer gran acierto para comenzar con una posibilidad de que el escritor obtenga algún peso por su trabajo, más allá de que los riesgos de la piratería o del libre intercambio imparable prometan estrangularla a poco de que comience a respirar. Luego el tema es que puede hacer el lector con ese archivo si no quiere leerlo en pantalla. Creo que la clave va a estar en una cuestión técnica: que haya alguna forma de hacer imprimir ese texto en forma casera a un relativo bajo costo. Lo he intentado con mi impresora láser hogareña, me fue imposible calcular el costo, pero supongo que para una máquina grande bajaría. Si le compro el libro a Ayesha y resulta ser una interminable novela, pero puedo imprimirlo en algún lugar y tenerlo en un formato tipo anillado o cuadernillo, no estaría tan mal. Costaría esfuerzo pensar que “eso” podría poblar nuestra biblioteca pero es cuestión de costumbre, o tal vez recordar si alguna vez estudiamos que tal vez el apunte que más nos enseño en la facultad era aquel fajo informe de hojas fotocopiadas que guardamos con todo cariño en algún cajón.


El blog como soporte es muy flexible y admite muchos usos. ¿Acaso no hubo un blog que fue una novela por entregas? Ninguna novedad, el blog aquí mezclaria cosas del libro y del diario (periódico) . Total unidad conceptual. El cuento por ejemplo, ¿no es un género amigable al soporte blog o website? ¿No se podría acaso publicar o bien un libro de cuentos directamente o si el trabajo tiene 10 o 15 cuentos publicar uno por semana? Gustavo Nielsen es el que más ha “experimentado” en eso; pensemos si leer un cuento de los suyos es tan diferente en pantalla que en papel. Pero sería interesante fijar un umbral, ¿cuanto ustedes pueden leer en pantalla un texto corrido? En mi caso no pasa de unos 15-20 minutos, pasado ese lapso empiezo a sentirme cansado, las sucesivas bajadas de pantalla me marean. Una idea: lo que comienza a molestar y cansa es el hecho de que el texto no tiene “unidades visuales cerradas”, es decir, páginas que se puedan leer sin generar “movimientos” de enfoque visual en la pantalla, y hay que usar esa insufrible barra o el mouse para bajar y enfocar. Mi ideal sería si tuviera un texto metido en un programa de lectura que presente la página entera legible desde un solo golpe de vista -habría que considerar los tamaños relativos de tipografía y pantalla- y cuyo cambio de página responda a un solo click, sin usar la barra ni el mouse para moverse. Si la unidad de texto queda fija creo que se reduce el cansancio.

6 comentarios:

werte dijo...

Otro obstáculo a la digitalización es el libro como objeto fetiche.

Tino Hargén dijo...

Claro, también como fetiche cultural y social de deposito estable de conocimiento o informacion, su peso es total. Mantiene la correspondencia entre unidad de concepto y unidad de "objeto".

Fijate que lo escrito estuvo siempre asociado a lo fijo, a lo estable, al objeto estable, el que deja huella conservable. La voz y la imagen era la representación de lo inestable. Si la escritura también se hace imagen susceptible de evanescer, se pudren muchas cosas establecidas, es un agüjero dificil de asimilar.

werte dijo...

Sí. Una vez, chateando con baker, yo le decía que no tenía problema en pasarme completamente al formato digital si hubiese un hardware de lectura satisfactorio. Para mi gusto tiene que incluir una forma de poder hacer el equivalente de las "anotaciones al margen de la hoja", imagino un lápiz digital, algo así.

Anónimo dijo...

Recién hoy leo este comentario. Pido encarecidas disculpas por no ejecutar con constancia aquello que yo predico. En fin. Salvada la "captatio benevolentia", agrego o comento:

. Lo marketinero de presentar libros electrónicos o la presentación marketinera de los libros electrónicos (cóctel en hotel con sanguchitos, etcétera).

Creo que lo escribiste con cierta ironía y es verdad -nobleza obliga-; es más, me parece una idea brillante. Esta misma semana me pongo en campaña para conseguir uno de esos hoteles... Tengo de hecho una excusa ideal: la publicación de la novela "Fin de cita" ( http://www.elortiba.org/findecita1.html ), libro en estricto formato electrónico - escrito o más bien editado directamente para este formato, que acabo de publicar en el portal amigo www.elortiba.org. después de casi diez años de venir escribiéndolo. (El problema de las vanguardias quizás sea que a veces van más adelante incluso que las propias vanguardias... lo cual las convierte en una suerte de retaguardias rencorosas de lo que todavía no se asimiló...).

. La comodidad o incomodidad de leer en pantalla.

Pasé toda la mañana de hoy (es decir, entre las 9.30 y ahora) leyendo un viejo cuento de Fogwill que nunca había leído... en la pantalla. Lo editaron los mismos que me editaron a mí y tengo que decir que el efecto fue muy placentero. Explico brevemente la ergomería de esta situación de lectura: como venía haciendo mucho calor, hace un par de semanas bajé la compu del estudio de arriba (que se convierte en auténtico sauna por culpa del techo de chapa) y le pedí a los del Cable que me extendieran la banda ancha hasta la cocina; puse entonces la compu en un rinconcito que encontré debajo de la escalera que va al estudio, y ahí instalado escribo, leo, trabajo con mucho placer. Esta mañana torcí un poco más el monitor, puse una de las sillas/silloncitos de la cocina frente a la pantalla, y apoyé las piernas (con el teclado sobre los muslos) en un almohadón que tengo sobre una especie de butaconcito de jardín. Abrí el cuento de Fogwill en la pantalla de elortiba.
Resolví el tema del cursor poniendo el teclado de costado, o sea vertical; eso me permitió ir pasanado las hojas/pantallas apenas apretando con el dedo (índice o pulgar, según) la/las tecla/s flechita/s que sirve/n para subir o bajar el texto.

Funcionó de maravilla!

Leer el cuento me demoró lo necesario y el displacer del reflejo de la pantalla sobre los ojos quedó completamente relativizado por la distancia saludable que mi cabeza mantenía (aprovechando el largo del cable del teclado) con el monitor; además de los anteojos, claro. Aunque la verdad también es que para quienes nos pasamos todo el día frente a la pantalla trabajando ese displacer ya no es problema, o al menos no lo es peor que el de cualquier otro displacer que genera una máquina al ser humano que la requiere para ganarse la vida.

Creo que hasta tanto aparezcan otra clase de monitores deberemos buscar esta clase de posturas (a cada cual la que le venga mejor) para ejercer nuestro derecho a la lectura.

. El reclamo "de bola" a los medios tradicionales.

Es cierto que no hay porqué esperar que ellos den "bola" a lo nuevo; sin embargo mi reclamo no es solamente despechado, es político. Y apunta no a los dueños de los medios sino a sus empleados. Quiero decir: los diarios se escriben y se seguirán escribiendo siempre con periodistas que los escriban. No es una tautología. Es sentido común puro: los editores de los diarios publican lo que sus escribas ofrecen. He trabajado durante toda mi vida en los grandes medios como para saber que si un redactor/cronista/colaborador no ofrece un tema nuevo muy difícilmente su editor/jefe/administrador lo dará a conocer. Pero también sé que cuando alguien lo encara, ese tema se impone y empieza a difundirse. Y el editor tradicional (que al principio era renuente a la novedad) termina canchereando con esa "noticia" que él "descubrió". ¿Se entiende el punto? El sistema no es un bloque. Y necesita de aportes. Estos nuevos soportes también terimanrán siendo "el sistema" dentro de diez o quince años. O tal vez mucho, muchísismo menos... No nos podemos dormir, creo.

. Los nuevos críticos.

Comparto el punto de que hay que desarrollar medios alternativos y espacios de voces nuevas, como los blog. Pero los blog tienen el gran problema de que son "de tiro corto". Acostumbran al lector a textos muy breves en vez de empujarlos al hábito de lectura más extensa que sí puede ofrecer un portal con libros electrónicos. Pero quizás el nuevo formato no sea ni el blog ni el portal de libros (o el libro en sí). Hay que esperar a ver qué chiche nuevo ofrece la tecnología, yo creo. Y mientras tanto seguir produciendo.

Saludos,

Alejandro

Ps. ¿Sería mucho pedir que se incluya un link a la Ayesha (www.ayeshalibros.com.ar)?

Tino Hargén dijo...

Alejandro, bienvenido a Hargentina!
Un gusto es para mi es tu lectura atenta de mi post, y nunca es tarde eh!!!!!!

Me alegro que hayas terminado y presentes un libro, te envidio. Y no te cobro derecho de autor del asunto del show de presentacion si me invitás, los sanguches de miga me pueden !

Bueno, para hacerla corta estoy de acuerdo en casi todos tus comentarios aquí. Lo del periodismo es una gran verdad, sino como explicás que se publiquen notas sobre los bajadores de musica de internet cuando ls compañias discograficas ponen el grito en el cielo.

Lo de la pantalla tiene que ver con algo que no dije en el post: los monitores. Si tenés uno tipo liquid cristal de 17' tipo el LG todo es diferente, yo me lo estoy por comprar, probé en casa de un amigo que lo tiene y se puede leer desde casi 1metro de distancia!

EL blog puede ser varias cosas, yo por gusto selecciono blogs con textos mas bien largos, es cuestion de acostumbrarse.


Linkear a ayesa? Ningun problema, a lo sumo después voy a ir a verte para que me edites algun e-book :-)

Saludos

Tino

Anónimo dijo...

Sí, por supuesto. Envianos tu libro y vemos cómo hacer. ¿De qué género eso? ¿Novela, relatos, poesía, blogueadas...? Eso me gustaría mucho, justamente: empezar a editar las blogueadas en formato e-book. A ver qué pasa...

Otro sí: ¿no le darías formar de artículo a tus reflexiones acerca del soliloquio en estos tiempos? Me interesa mucho ese tema, como que de hecho lo padezco...

Saludos!

Alejandro