El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

diciembre 30, 2012

La lírica frente al resultado

El fútbol, la más inútil de las pasiones inútiles

Quizá esta nota desilusione a los que creen que la antinomia más polémica entre el fútbol de toque y el fútbol resultadista fue la Menotti-Bilardo. Pero existió una precedente, que no pasó tanto a la historia pero en su momento fue muy contundente y representativa: Menotti-Lorenzo. Los éxitos del Boca de Juan Carlos “Toto” Lorenzo en el ciclo 1976-1979 –a la postre 2 campeonatos locales, dos copas Libertadores y una copa Intercontinental- llevaron al inmediato contraste de las formas y los fondos con el devenir del seleccionado argentino que dirigido por César Luis Menotti que se preparaba para el la competencia del mundial 78. Menotti había sido ungido director técnico de la selección en 1974, gracias al único pero rutilante pergamino de haber dirigido al Huracán campeón de 1973, equipo destacado por la práctica de un fútbol brillante, de ataque, toque y rotación. A ese antecedente futbolero, el Flaco le sumaba una fuerte imagen progre y de seriedad organizativa que llegaba para poner fin a décadas de dislates dirigenciales en torno a la selección. Al Toto en cambio, de exitosa campaña como técnico en Italia y Argentina, que ya había dirigido la selección en 1962 y 1966 con resultados no muy buenos pero tampoco impresentables, los éxitos de su Boca le insuflaron nuevos apasionamientos de militancia futbolera y así fue que a través de los medios que aquel entonces comenzó a convertirse en más que un técnico, un defensor público de su concepto futbolístico que se oponía al del Kaiser Menotti; todo eso que la gente podía resumir en palabras como ser resultadista, tacticista, defensivo, veloz, oportunista contra el fútbol lírico, el que abrazaba el ataque generoso y frontal por ética más que por conveniencia, a favor del gusto de la gente, de la estética y del espectáculo que del resultado. 

Aquel Juan Carlos Lorenzo contó con un importante aliado “intelectual” en su prédica, era su preparador físico Jorge Castelli, quién apoyaba conceptualmente el estilo Lorenzo hasta imaginarle connotaciones que iban más allá del fútbol, tal como lo llegara a plasmar en su libro “El fútbol en un mundo de cambios”. Al Toto le gustaba llamarle “El fútbol fuerza”, un balompié moderno, veloz, inteligente, solo para pícaros y vivos capaz de aprovechar al máximo el reglamento y las oportunidades, y estaba a la altura de nuevos tiempos que exigían sobre todo eficacia y altos rendimientos sostenidos. Al lirismo menottista en cambio se lo consideraba una vieja fijación de enamoramiento en los tiempos del potrero, un anacronismo para idiotas. 

Las brutales exigencias físicas que implicaba mantener este estilo, sustentando en rigurosos entrenamientos, provocaba muchas lesiones musculares en el plantel. Se decía que los jugadores de aquel Boca tras tres años de padecer este sistema estaban llenos de “cierres relámpagos” en imagen a las cicatrices por cirugías reparadoras de desgarros. Pero había otro especial condimento vinculado; en el despliegue del juego algunos jugadores parecían “volar” en la cancha, como los letales contragolpeadores Mastrángelo y Felman, otros se “comían” a los rivales mostrando una presión física de marca exuberante. Rondaba sobre todo aquello el fantasma del uso de estimulantes. No se sospechaba de nada muy sofisticado, más bien alguna versión de las viejas anfetaminas de mayor eficacia, pero se decía que era pasta suficiente para transformar por un rato a algunos picapiedras en “aviones” y sostener un fútbol de presión, quite y despliegue de contra muy intenso para la época. 

 Al estar clasificado al Mundial 78 por ser país organizador, la única forma de preparación y evaluación previa que se tenía aquella selección eran los diferentes partidos amistosos que se organizaban. Luego de un amistoso tristemente empatado cero a cero con la selección con Rusia creo, la revista Goles publicó “el análisis de Lorenzo”, lo que encendió la chispa; el Flaco temía una campaña para quitarlo del medio e implantarlo al Toto en la selección. Esto fue desmentido estruendosamente por el propio Lorenzo que espetó “ni loco quiero dirigir la selección, que puteen a otro” pero bastó para instalar más aún la antinomia. La historia luego es bien conocida por un lado: Menotti ganó el mundial 78 y alcanzó su apogeo que duró hasta el 82, cuando quiso repetir esquema y equipo y desnudó las falencias de su sistema y de sus caprichos personales para terminar en rotundo fracaso. Los principales caprichos de divo que lo condenaron al fracaso eterno luego de su única estrella pasaron por emperrarse detrás de una nefasta ejecución de aquella maniobra defensiva llamada la “trampa del offside” que se convirtió en una fatídica forma de suicidio deportivo, y embelesarse con futbolistas de dudoso nivel técnico tan solo porque los designaba como sus preferidos atribuyéndoles dotes que solo estaban en su imaginación literaria. “el tiempista Galván”, “la rueda de auxilio Barbitas”. El Flaco no se privó tampoco de incursionar en la pedagogía y en el conceptualismo a través de libros como el llamado “Fútbol sin trampas” o una serie de videos auspiciados por Shell donde mostraba como entrenaba a sus muchachos de la selección que culminaban siempre sus ejercicios con estruendosos golazos de la mano de la palabra de aliento del Flaco con el recordado “Bien Barbitas, se recupera, se recupera…” 

 La estrella de Lorenzo tuvo su momento cumbre apenas un mes del mundial en 1978 cuando le ganó la Intercontinental a los alemanes del Borussia Mongengladbach. Su final no fue menos estrepitoso; en 1987 intentó un regreso a la gloria del pasado y el ya senil Toto quiso empeñarse en resucitar el espíritu del equipo del 76. Tras magros resultados terminó yéndose por la puerta de atrás espantando a sus jugadores con caprichos delirantes como era el nombrar a los jugadores de ese plantel como si fueran los del 76, a uno le decía “bien Veglio”, a otro “Bien Mastrángelo”. 

En definitiva, Menotti después del mundial 78 se doctoró en soberbia y dirigió varios equipos en Argentina y en el exterior, pero jamás volvió a ganar algo ni menos hacer jugar bien algún puto equipo. El Toto entró en jubilación biológica hasta su muerte en 2001. Lo de Bilardo, si bien contaba con el antecedente de Estudiantes, abanderado histórico del fútbol resultadista, vendría bastante después.

diciembre 22, 2012

Una ametralladora por alumno

No es una novedad que Estados Unidos es un país contradictorio, pero veamos hasta donde es capaz de llegar en el campo de la educación. De tener a un Nicholas Negroponte que impulsó en el mundo la idea de “una computadora por alumno” ahora tiene una Asociación Nacional del Rifle que propicia “una ametralladora por alumno”...

diciembre 20, 2012

Fin del mundo

Antes que se termine el mundo, prefiero que lo estaticen...

El tiempo de escribir


Soñada fue la llegada del tiempo de escribir un poema cada minuto, un cuento cada día y una novela cada mes...